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Álvaro Fonseca

Harvey e Irma son solo el principio

Huracanes entre junio y octubre de cada año es lo normal. Pero algo no está bien cuando aumenta su capacidad destructiva y su frecuencia. Que ocurran dos huracanes consecutivos, como Harvey e Irma,  no es raro, pero que ambos hayan alcanzado la máxima categoría cinco, es algo que ocurre por primera vez de acuerdo con los registros del Centro Nacional de Huracanes de los Estados Unidos. El cambio climático, aunque algunos no lo quieran ver, nos está pasando la factura.

Con Harvey todo fue inusual. Horas antes de entrar a tierra aumentó de categoría y luego se quedó varado en los alrededores de Houston frenado por un sistema de altas presiones, algo también poco usual en esta época del año. Generó un diluvio imparable que ocurre una vez cada mil años e inundó Houston, la cuarta ciudad más importante de EE.UU. Según cálculos de la empresa de meteorología, AccuWeather, los daños de Harvey  para la economía gringa se acercarán a unos 160 mil millones de dólares, casi el uno por ciento del PIB de los EE.UU. una cifra similar al efecto combinado de los huracanes Katrina (2005) y Sandy (2012).

El huracán Irma, catalogado como el más poderoso de la historia en el mar Caribe, produjo en su pico máximo una potencia de siete billones de watts, más o menos la mitad de toda la energía liberada por las bombas utilizadas en la Segunda Guerra Mundial, según Kerry Emanuel experto del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Irma bajó de intensidad antes de tocar tierra y perdonó al estado de la Florida provocando daños por solo unos veinte a cincuenta mil millones de dólares, mucho menos de lo esperado.

Sin embargo no pasó lo mismo en las Antillas, en donde arrasó en algunos casos con el noventa por ciento de la infraestructura en las islas de San Martín, Antigua y Barbuda.

¿Cuánto de esta tragedia es natural y cuánta es provocada por la indolencia, intereses particulares y la falta de planificación? Sam Brody, director del Centro de Playas de la Universidad de Texas A&M, señalaba en una entrevista que la urbanización sin control en la parte occidental de la ciudad de Houston perjudicó el sistema de drenaje de la ciudad haciéndola más propensa a inundaciones. Algo similar al caso de Managua, en donde la ocupación desordenada en la cuenca sur por urbanizaciones y edificaciones de todo tipo ha vuelto a nuestra capital más vulnerable a las inundaciones, además de reducir la recarga del acuífero.

Harvey e Irma son los síntomas de un planeta enfermo por un sistema económico desigual que no respeta ni cuida de la tierra. Ya tuvimos el Mitch en 1998 y puede que más temprano que tarde ocurra otro o peor. Contamos con un sistema nacional de atención a desastres bastante eficaz y probado, pero creer que eso es suficiente es engañarnos. Si un fenómeno como Harvey o Irma golpea a un país pequeño como Nicaragua puede hundir nuestra economía impidiéndonos salir del círculo vicioso de la pobreza y echando a la basura los años de crecimiento.

Necesitamos prevenir el riesgo y reducir nuestra vulnerabilidad social y ambiental. Urge una Ley de Cambio Climático, urge un sistema de seguros ante los riesgos del clima. Hay que ordenar el territorio haciendo cumplir las normas de ocupación del suelo de acuerdo con su fragilidad y potencialidad. Harvey e Irma nos lo están advirtiendo. Las consecuencias se pagan muy caras.
El autor es ecólogo.
[email protected]

Opinión Harvey Huracanes Irma archivo
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