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Candidatos
Joaquín Absalón Pastora

Candidatos y candidotes

Para el suscrito la política tiene la estimable jerarquía de ser una ciencia. Su influjo persevera a través de los tiempos, desde que el hombre se erige en pensador creativo y constructivo para ser columna y no base.

La política —lo contrario de la politiquería— tiene sus principios arraigados desde el ayer insondable. Es un maravilloso libro abierto donde pueden leerse las páginas más seductoras de la ética universal. Por orbitar en la atmósfera donde circulan tantos pensamientos se han derivado de ella enciclopedias incluso mal interpretadas. La existencia humana desde el génesis tuvo el instinto de organizarse, de protegerse, de defenderse de la existencia del mal.

Me siento obligado a enaltecer los principios de la política como ciencia —hay facultades de ciencias políticas— donde han egresado valores que la prestigian para señalar los efectos positivos y no los negativos, componentes del oportunismo en nombre del beneficio material.

Con motivo de la celebración de las elecciones que movilizarán a 153 municipios del país, el panorama ofrece una perspectiva gris en cuanto a la animación popular que justifica la suma edilicia. No truenan las campañas, las cruzadas comunitarias, las voces en favor del cambio siempre suspirado. La política pintada con el colorido moral de su definición, ha sido la gran ausente. Por el contrario se ha convertido en hábito la deslealtad en la concavidad de los partidos políticos sin que se guarden las apariencias que hubo en el pasado acaso más discreto en ese campo. Partidos políticos que figuran conscientes de la parcialidad del Consejo Supremo Electoral, algunos resignados a creer que solo una observación electoral con la autoridad de la OEA, puede enderezar los entuertos en el camino, una probabilidad que transita en “los cuernos de la Luna”, llegándose a estimar que un estirón de ojos 24 horas antes de los comicios puede ser efectivo. Dentro de la adversidad se siente la marcada tendencia del transfuguismo político que incluso está penado.

El tránsfuga se cambia de carpa en el momento en que se lo indique su voluble animosidad, el cálculo de sus intereses o cuando se sienta indignado porque el partido de origen le negó la posición o la prioridad del cargo que apetecía. Entonces con la más alegre serenidad golpea las puertas de otras organizaciones con las cuales ha tenido severas divergencias en el colmo de la procacidad. Y los reciben sin que haya el mínimo recato. En otros casos sin haber militado nunca en ningún partido estos les dan la bienvenida solamente para tapar el hueco. Candidatos de relleno se les llama, por no contar con el suficiente número de afiliados exigidos por la ley. En otros casos reinciden en la aventura de la negociación. Merodean las sombras fantasmales en ciertas candidaturas y hasta los muertos pueden salir de la tumba rumbo a la afiliación. La mística está en crisis. Proliferan los candidatos y los candidotes.

Debe entenderse que pueden concebirse las excepciones en partidos políticos que están al margen de esas irregularidades. No es justo generalizar. Cabe recordar que esas organizaciones nacieron en cantidad y calidad para ser las sedes de los ciudadanos que aspiran a ser elementos constitutivos del porvenir nacional aunque dentro de ellos prolifere la diversidad de los colores ideológicos. Pero nunca podrán tener la imagen de una miscelánea comercial donde se promuevan los bienes favoritos del suscriptor.

El autor es periodista.

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