La Secretaría General de la OEA ha dado a conocer mediante un comunicado oficial que la Misión de Observación Electoral (MOE) para las elecciones municipales del 5 de noviembre próximo en Nicaragua, estará encabezada por el señor Wilfredo Penco, vicepresidente de la Corte Electoral de Uruguay.
En el comunicado no se dice a partir de cuándo vendrá la misión de observación del proceso electoral, la cual según las normas internacionales y los expertos en elecciones debió comenzar varios meses atrás. La campaña electoral municipal comienza mañana 21 de septiembre, pero la OEA solo menciona en su comunicado que “en los próximos días” dará a conocer públicamente su cronograma de trabajos.
Penosamente la OEA se ha acomodado al estilo del orteguismo, de negar la información de lo que es público por su propia naturaleza. De manera que el comunicado de la OEA no dice tampoco cómo se financiará este acompañamiento electoral: ¿Con fondos propios, mediante donaciones de terceros países o por cuenta del Gobierno de Nicaragua? Esto último es muy importante, porque el que paga la fiesta escoge la música. Y el funcionario electoral uruguayo, Wilfredo Penco, ya ha acompañado elecciones en Nicaragua con gastos pagados por el régimen orteguista, desde las municipales de 2008 hasta las nacionales del año pasado que fueron calificadas por la oposición y los medios independientes como una farsa electoral.
Las elecciones fraudulentas de 2008, 2011 y 2016 fueron avaladas por Penco, cuya militancia en el izquierdista y gubernamental Frente Amplio del Uruguay lo identifica ideológicamente con Daniel Ortega. De manera que lo más probable —pero ojalá que nos equivoquemos— es que Penco vuelva a elogiar el sistema electoral orteguista y avale los resultados de las votaciones del 5 de noviembre.
Por los antecedentes del señor Penco como acompañante avalador de las elecciones orteguistas, el secretario general de la OEA no debió nombrarlo jefe de la Misión de Observación Electoral. ¿Acaso no hay en las Américas personas expertas en derecho político y procesos electorales, que además de tener rigor profesional sean independientes o neutrales con respecto al régimen orteguista y pudieran haber encabezado la observación electoral para dar un poco de confianza a los ciudadanos nicaragüenses?
En derecho existe el principio básico de que cuando por cualquier razón la imparcialidad de una persona está en duda, no se le nombra juez o árbitro de una causa. Inclusive, por integridad ética esa misma persona debe declararse inhabilitada. Pero el secretario general de la OEA pareciera estar más interesado en complacer a Daniel Ortega que en ayudar a mejorar el sistema electoral de Nicaragua.
No cabe duda de que el secretario general de la OEA, Luis Almagro, tiene derecho de nombrar a quien quiera como jefe del acompañamiento electoral en Nicaragua. Y es entendible que confíe más en personas de su mismo país, partido político y afiliación ideológica. Pero al menos se deberían guardar las apariencias.
Estamos claros de que cualquiera que sea la persona que venga a cumplir ese cometido, no podría garantizar que las elecciones sean justas y limpias. Pero el observador por lo menos tiene que decir públicamente la verdad sobre el irregular proceso electoral de Nicaragua.