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Crisis
Donald Castillo Rivas

Crisis de todos

A diario se nos presenta a la vista una radiografía del tejido partidario en Nicaragua y sus debilidades. Lo más significativo es la inexistencia de partidos viables y líderes políticos carismáticos para disputarle el poder a la familia Ortega-Murillo. Eso no significa que en municipios adversos al régimen, los partidos llamados de oposición no tengan opciones de ganar algunas alcaldías con buenos candidatos. Pero en honor a la verdad, el régimen no va a soltar la mayoría de las municipalidades, incluyendo las más importantes, porque están en juego el compromiso con su clientela política y sus planes de perpetuidad.

Lamentablemente la mayoría de partidos son estructuras de fachada con pocas bases organizadas en el territorio y sin militancia comprometida, aunque poseen una maquinaria mínima capaz de insuflar una clientela esporádica para llenar los requisitos del Consejo Supremo Electoral, en una dinámica en la que los votantes no importan y lo prioritario es cumplir con un ritual estrictamente diseñado para demostrar que existe un Estado que respeta las elecciones. A los partidos que se portan bien y siguen las reglas, se les recompensa con personería jurídica, para que sigan jugando indefinidamente como perdedores.

La debilidad de los partidos, como todo el mundo sabe, es una consecuencia directa de la estrategia y represión de la dictadura. Es evidente que al régimen Ortega-Murillo le conviene atomizar a los partidos de oposición,  de forma tal que no puedan acercarse siquiera a las puertas del poder monopolizado por ellos. Aparentemente, con esa agresividad, la dictadura sale favorecida, pero solo temporalmente. De hecho, un gobierno cuestionado nacional e internacionalmente como el de Nicaragua, al estrangular a la oposición, lo que hace es cerrar peligrosamente las vías pacíficas para garantizar gobernabilidad, además de promover su candidatura para unas inevitables  sanciones internacionales.

Es normal que en las condiciones adversas, especialmente las que tienen que ver con falta de recursos, de organización  y de un calendario electoral rígido, donde los partidos opositores no tienen suficiente tiempo para organizar un tendido electoral adecuado, se den situaciones que salen fuera  del control de los operadores políticos. En el caso del partido Ciudadanos por la Libertad (CxL), las irregularidades observadas últimamente obedecen a una carrera contra el reloj para cumplir requisitos, al margen de los resultados, que garanticen su personería jurídica con vista a las elecciones presidenciales del 2021.

Las diferencias que hemos expresado con esa estrategia, siguen siendo válidas. En primer lugar, la extemporánea llegada de la OEA confirma que es más un “acompañamiento” que una verificación. Ya se cometieron en su ausencia dos delitos electorales, la reforma a la Ley Electoral en lugar de una depuración del padrón electoral y la cedulación a menores de edad. Eso convierte a los delegados de la OEA en invitados de honor para presenciar un dolo anunciado. En segundo lugar, pudimos verificar que no hay capacidad para reclutar y entrenar a miles de fiscales electorales, algo que ahora casi todos reconocen.

Esto no significa ni mucho menos que los militantes de CxL sean nuestros adversarios, porque siguen siendo aliados en la lucha estratégica por la democratización de Nicaragua. Es un partido que está formado por personas que merecen todo el respeto y consideración por su historia de luchas y sacrificios, lo cual no quiere decir que están haciendo las cosas bien, aunque lo están intentando y eso, en definitiva, es meritorio.

Contribuir a desacreditar a los partidos por errores que pueden tener diversas explicaciones, es caer en el juego de la dictadura. Es pretender buscar y exterminar al hipotético enemigo en nuestras filas, cuando el verdadero, el máximo y único adversario de todos los nicaragüenses es la dictadura Ortega-Murillo. No debemos confundirnos y  caer en el juego pueril  de abrir frentes  de lucha fratricida entre nosotros mismos, para regodeo de los opresores.

Lo  bueno es que pese a todos los obstáculos y al cúmulo de condiciones adversas, en el seno de todos los partidos trabajan personas democráticas, luchadoras y honestas, cuya contribución a la causa de la libertad rendirá sus frutos en algún momento.  La contienda del próximo 5 de noviembre si bien es cierto que está reflejando una crisis política en los partidos y, por extensión en todos los nicaragüenses, también es un aldabonazo para recordarnos que la indiferencia  no es el mejor camino para superarla.

El autor es diplomático, fue Embajador en Colombia y España.

COMENTARIOS

  1. alfer51kw
    Hace 7 años

    Mi Abuelito decia que cuando la meretriz es mala le echa la culpa a la cama. La culpa de que la Oposicion esta como esta es de ellos y solo de ellos. Una Oposicion seria, responsable y habil siempre tendria la capacidad para afrontar y vencer al adversario.

  2. el carolingio
    Hace 7 años

    Sin duda es lastimosa la descalificacion en la que se puede caer al criticar a opositores que tienen la mejor de las intenciones y los honrados deseos de lucha en contra de la dictadura que oprime a Nicaragua. Pero,,,como ven hay peros en todo lo que conbuenas intenciones se haga y en ello hay que ver bien, abrir los ojos, darse cuenta en las condiciones que se imponen de parte del adversario para entrar en una contienda

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