Aaron Judge ha vuelto a las portadas de los periódicos y titulares de la televisión, pero por las razones correctas.
Luego de ser la figura más interesante del beisbol en la primera mitad de la campaña con sus 30 jonrones antes del Juego de Estrellas, vencer en el Derby de los cuadrangulares y empujar a los Yanquis al primer lugar de su División, Judge parecía capaz de hacerlo todo.
Su impresionante marco físico (6’7 pies y 282 libras) y la facilidad con que enviaba pelotas sobre la cerca, obligaron a pensar en una campaña monstruosa, mientras se elogiaba la sencillez del joven adoptado por una pareja de profesores en un pueblo agrícola cerca de San Francisco, California.
Judge cerró esa primera mitad con .328/.448/691 en la línea ofensiva que reune average, porcentaje sobre las bases y slugging. En la segunda mitad, cayó a .169/.329/355 y se activaron las alarmas entre fanáticos y expertos. Se habló de su mecánica, de lesiones y que le habían encontrado sus puntos débiles.
Diario se hablaba de Judge pero porque se metió en una racha de 37 partidos con al menos un ponche, con lo que empató un récord de Ligas Mayores, establecido por un lanzador (Bill Stoneman). Ahora ha vuelto a ser noticia, pero por virtud de sus estacazos.
Después de cerrar agosto con .185, tres jonrones y siete empujadas, Judge lleva ocho tablazos en septiembre, con 18 remolques en 18 juegos. Y suma 45 cuadrangulares, 101 impulsadas, 119 anotadas y 116 bases por bolas recibidas, en un desempeño impactante.
Su nombre, como novato, está ahora junto a Ted Williams, como los únicos con 100-100-100 en anotadas, remolques y bases. Y ya se le menciona junto a Babe Ruth (10), Lou Gehrig (11) y Mickey Mantle (3) , quienes hicieron eso varias veces. ¿Qué más hará Judge? Aún hay que esperar.
“Dejaba pasar los mejores lanzamientos y quedaba en desventaja”, indicó Judge, quien ahora sí luce atento. Nadie sabe qué más hará ahora y en su carrera, pero quizá lo esencial es que ha mostrado el carácter para no dejarse apagar en medio del bajón e hizo los ajustes para volver a impactar la bola.
Aún falla con frecuencia, pero está claro que cuando conecta la bola, la hace viajar y largo.