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El dilema: ¿Ser o no ser amigo del jefe? No siempre es beneficioso

Llevarse bien con el jefe puede ser un asunto de actitud, pero ser su amigo va más allá de eso. Estudios descartan esta posibilidad, porque una relación de ese tipo con el tiempo corre el riesgo de convertirse en tóxica y dañar el ambiente de trabajo en equipo

Llevarse bien con el jefe puede ser un asunto de actitud, pero ser su amigo va más allá de eso. El dilema: ¿Ser o no ser amigo del jefe? Posiblemente ha cruzado tu mente en más de algún momento, sin embargo estudios descartan esta posibilidad, porque una relación de ese tipo con el tiempo corre el riesgo de convertirse en tóxica y dañar el ambiente de trabajo en equipo.

Sin embargo, especialistas en recursos humanos de Nicaragua consideran que sí se puede ser amigo del jefe, siempre y cuando una persona tenga la madurez suficiente para aceptar cuál es la posición de cada uno dentro de la estructura empresarial.

Aunque en Nicaragua no existe un estudio sobre este tópico, a nivel internacional según un estudio de Gallup, citado por el Foro Económico Mundial, el setenta por ciento de las personas que renuncian a su empleo es por malas relaciones con su superior.

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En España, por ejemplo, de cada diez trabajadores seis no confían en sus jefes. “Las relaciones tóxicas con los jefes como primer motivo de renuncia a un puesto de trabajo, por encima del sueldo, la jornada laboral o las horas extras no pagadas”, puntualiza el Foro Económico Mundial.

Cristina Cubero, directora de Consultoría de Deloitte, asegura que en estos tiempos digitales es difícil conceptualizar si se debe ser amigo o no del jefe, pues el principal enfoque debe ser trabajar, apostar en ser un equipo eficiente, pues muchos líderes coinciden que llegar a esos niveles es reflejo de “soledad empresarial” y que lo más recomendable es evitar ese tipo de relaciones.

“Es un elemento que no solamente impacta la relación entre las personas que desarrollan la amistad (jefe-subalterno) sino que puede trascender e impactar al grupo. Posiblemente muchas decisiones podrían ser cuestionadas al pasarlas por el filtro de la amistad y el valor de la persona puede verse afectado”.

El Foro dice que pasar muchas horas a la semana con un superior directo dañan los niveles de motivación y la creatividad, porque aunque casi siempre es difícil de admitirlo en esa relación existe un nivel de intolerancia.

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Italo Pizzolante, consultor internacional de estrategia y comunicación, dice que los daños van a depender del ambiente laboral y que una relación de amistad va a depender de lo sincera que sea la persona con ella misma, porque si es cómplice de los errores del jefe no es amigo.

“La amistad no significa la complicidad en el error, sino la conspiración en el acierto del amigo. El jefe no va a dejar de cumplir su rol de jefe, el amigo empleado del jefe tiene que cumplir con sus obligaciones y no con eso pensar que se diferencia de los demás”, afirma.

Esa posición es secundada por María José Silva, directora regional de Latinoamérica y el Caribe de Compassion Internacional y especialista en Recursos Humanos, quien afirma que sí puede generarse una afinidad entre el jefe y el subalterno, pero se deben cuidar los valores y el respeto a la confianza y apoyo mutuo. “En este sentido, el colaborador debe fomentar estos valores de tal forma que pueda demostrarle a su jefe que es digno de esa amistad.

Así también el jefe o supervisor deberá mostrar apertura, confianza y respeto para su colaborador de tal manera que dé un ambiente tal que genere la apertura a dicha amistad”.

Impacta la productividad

Juan Vega, autor de la columna Inteligencia Gerencial, menciona que no necesariamente se trata de ser o no amigo sino de fomentar las buenas relaciones entre los jefes y empleados porque eso aumenta la motivación y retención laboral. “La inteligencia emocional es un aspecto que debe trabajarse y puede desarrollarse para procurar mejorar las relaciones entre jefes y empleados, lo cual permite mejorar la productividad”.

El Foro Económico reconoce que sí existen amistades sanas entre diferentes niveles de la estructura jerárquica de una empresa, pero para que funcionen deben de establecer límites entre lo personal y laboral.

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“Deben oponer la máxima distancia entre lo personal o lo laboral, vaciar de implicaciones emocionales las rutinas del trabajo, establecer distancias efectivas y alejar de la oficina las conversaciones íntimas”, afirma el Foro.

Cubero enfatiza que en caso que ocurra esa afinidad de amistad es importante que las partes involucradas analicen algunas normas y roles debido a que esto no será en muchas ocasiones fácil de gestionar. “El ámbito profesional y personal compite muchas veces y deberá tratarse adecuadamente”, agrega.

No compartir información confidencial

“Aunque resulta sumamente crítico, es clave no mezclar información, ambiente entre trabajo-vida personal. Por ejemplo, no compartir información privilegiada, ser riguroso y compartir información relevante a todo el grupo cuando se toman decisiones”, agregó Cubero.

Vega secunda a Cubero en que la amistad no es sinónimo de irrespeto o incumplimiento de las labores asignadas. “Se trata de temas culturales que hacen también a la personalidad de los jefes, su grado de apertura tanto relaciones abiertas y amistosas, como a una respetuosa exigencia de resultados en el trabajo”.

La directora regional de Latinoamérica y el Caribe de Compassion Internacional que se muestra más a favor de la amistad entre jefe y subalterno plantea: “Ser amigos de los jefes no solamente genera ambientes de confianza, sino que también beneficia a la empresa porque el colaborador se siente más motivado y es más productivo”.

Promover buenas relaciones con el equipo

Las fuentes consultadas coinciden en que en la ecuación jefe, amistad y subalterno, lo que debe prevalecer es que el jefe es el dominio del equipo no imponiéndose como autoridad sino como un colaborador que lo que busca es que el equipo sea competitivo.

Lo anterior es con el fin de evitar las afinidades marcadas con una persona del equipo, para que no hayan inconformidades entre los compañeros y crear inestabilidad en el grupo.

“El amigo del jefe si cree que lo diferencia del resto, entonces está subestimando la responsabilidad del jefe frente a todos?”, enfatizó Pizzolante.

El Foro Económico Mundial apunta a que también existen jefes con sed de amiguismo para demostrar una imagen de dominio o de poder. “Uno de los mejores retratos de estos individuos que no comen ni dejan comer”.

Lo que se debe valorar

Cristina Cubero, directora de Consultoría de Deloitte, puntualiza que tanto el jefe y el subordinado deben tomar en cuenta los siguientes aspectos para valorar hasta qué punto vale la pena una amistad:

Las decisiones que se tomen para el equipo deben ser bajo parámetros de igualdad y equidad. Podría ser que el jefe, al tomar una decisión de aumento de salario, puesto o asignación importante, lo haga de esta forma, pero siempre se generará sensibilidad si dentro del equipo existe un “amigo del jefe”.

La cercanía con el “amigo-jefe” puede afectar la imagen y el valor del colaborador. Las personas son naturalmente competitivas y podrían aducir privilegios a la persona “amiga” desvalorizando su buen resultado o desempeño.
Información privilegiada y manejo de información sensible. Que puede ser revelada bajo contexto de amistad y no es abierta para el resto del grupo.

La amistad y el trabajo ante un error serán dañados simultáneamente.

Los jefes que quieren los milénicos

El Foro Económico Mundial señala que los milénicos —los nacidos entre 1983 y 1995— buscan líderes que sean capaces de entablar una relación de amistad con ellos, que los impulsen, que sean flexibles y los inspiren dentro y fuera de la oficina, según un estudio realizado por la firma de reclutamiento Hays. Las empresas tienen que adaptarse a esa tendencia porque de lo contrario tendrán enormes problemas para retener personal. En los próximos diez años esta generación abarcará el setenta por ciento de la población económicamente activa del mundo y el Foro recomienda que se inicie a trabajar la forma de ver a los empleados.

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“Promover la convivencia entre jefes y trabajadores. Se recomienda que los primeros dediquen cierto tiempo a conocer más a sus empleados, que conozcan a la persona que se encuentra detrás del uniforme”, detalla el artículo del Foro.

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