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Salvador Ampié Calero

La triste situación de nuestros jóvenes

1. El doctor Alejandro Serrano Caldera es un reconocido filósofo seriamente preocupado por el país y plantea que cada generación tiene una responsabilidad histórica que no debe eludirse; que los jóvenes envejecen pero la juventud permanece y que esta permanencia es la que hace posible el futuro que debe ser reinventado a su época.

Pero esta juventud en las últimas décadas ha visto pasar jóvenes que se envejecen y son insensibles al compromiso de contribuir a forjar los valores de la actual sociedad y a reconstruir la nación con ejemplos de generosidad, fraternidad y solidaridad bajo la bandera azul y blanco. El doctor Serrano expresa en su último artículo que “la situación que vive y padece Nicaragua exige la participación de todos en la construcción de un proyecto de país que integre las perspectivas de los diferentes sectores de la sociedad y de manera particular que incorpore en el debate de las ideas y formulación de propuestas los puntos de vista de la juventud nicaragüense. Parte de la juventud ha perdido la fe en nuestros valores aceptados en la política, la cultura, las instituciones y especialmente en los dirigentes en los distintos campos de acción política y social”.

Esta falta de credibilidad y abusos no permiten visualizar un futuro para ellos, ni a fortalecer sus sueños y esperanzas. En la historia del país sobresalen el caciquismo y la codicia de personas, familia y pequeñas élites desde nuestra independencia hasta la fecha actual.

2. La educación de los jóvenes en Nicaragua está separada de las necesidades del desarrollo del país; la educación y el desarrollo humano no se trabaja en forma articulada; con una oferta teórica y memorista que produce la deserción en 7mo y 8vo grado y en los dos primeros años de la educación superior. Una oferta que tiene baja calidad que reproduce frustración y pobreza. Los jóvenes en edad para educación media solo el 58 por ciento están matriculados y los de la educación superior solo el 20 por ciento están matriculados; las matrículas más bajas de Centroamérica. No existe un plan nacional actualizado que contemple una verdadera reforma educativa, con estrategias puntuales en cada subsistemas educativo.

A manera de ejemplo de los 11,000 graduados de las universidades públicas y privadas de este año, 3,000 serán licenciados en derecho, 2,000 serán administradores y el resto en las diferentes carreras que se ofertan; solo el 20 por ciento de ellos conseguirá trabajo en su especialidad con un bajo salario. En los barrios de las principales ciudades se encuentran decenas y centenas de licenciados, y muchos técnicos e ingenieros que no han encontrado trabajo. También este año se van a bachillerar 72,000 jóvenes y unos 28,000 quedarán sin poder seguir estudios en la educación superior. El sociólogo Cirilo Otero plantea que una sociedad como la nuestra, con altas tasas de jóvenes, debe ser un fenómeno prometedor para transformar el país, para invertir adecuadamente en los jóvenes.

3. Existe falta de verdaderas oportunidades y motivaciones para los más de 400,000 nicaragüenses jóvenes que no asisten a secundaria ni a la universidad. En una investigación de la institución Ieepp la encuesta reflejó que los robos, la violencia por pandilla, los accidentes de tránsito y los asaltos con armas de fuego constituyen los principales problemas de la seguridad en Nicaragua, en todo ello con alto porcentaje de jóvenes de toda edad cronológica.

Por otro lado, por un fenómeno demográfico, la población de la niñez casi no aumenta y comienza a decrecer paulatinamente y que está creciendo la población en edad de trabajar y que dentro de tres o cuatro décadas la población nicaragüense estará envejeciendo. Se ha llamado “bono demográfico”, con este fenómeno nuestros jóvenes van al mercado laboral sin la capacitación y formación laboral adecuadas, van a aumentar el trabajo informal y llegarán a la vejez sin protección del INSS. Se dice que no hay trabajo en Nicaragua pero en verdad no hay formación de obreros de técnicos básicos, medios y superiores y de profesionales con formación laboral profesional (sin disciplina sin ser bilingüe, sin dominar el lenguaje digital, las leyes laborales) que demandan las empresas medianas y grandes. Todo esto significa que existen recursos para las ofertas de las pandillas, de la delincuencia, drogas, alcoholismo, y violencia. Las alcaldías deben ofertar capacitaciones prácticas y cursos sencillos de comunicación en inglés, lo mismo que el manejo útil de las tabletas y celulares; estas acciones no requieren ningún grado de bachillerato o universidad.

4. Actualmente los adultos y los viejos estamos marcados por dos tipos de conducta: por un lado la indiferencia e insensibilidad por la niñez y los jóvenes, y por otro en la actual campaña política de confrontación por pedazos de poder y dinero donde la codicia y la politiquería son el pan de cada día, donde no hay tolerancia ni búsqueda de verdadera unidad. En pocas décadas hemos venido perdiendo las tradicionales cualidades del pueblo nicaragüense: la amistad, la fraternidad, la alegría, la pasión por la música y la poesía, del deporte, la sana recreación, el respeto a los padres y a las personas mayores y a no tocar las cosas ajenas. Los ejemplos que damos los adultos y los viejos deforman más que las lecciones que se repiten de memoria en la escuela.

Según la encuesta de hogares del 2012, informa lo siguiente: de 10 a 14 años, solo estudian 552,942, solo trabajan 36,380; estudian y trabajan 49,947; ni estudian ni trabajan 51,262; de 15 a 19 años: solo estudian 296,804; trabajan 173,183; estudian y trabajan 63,282; ni estudian ni trabajan 174,769.

De 20 a 24 años: solo estudian 77,569; trabajan 267,366; estudian y trabajan 48,679; ni estudian ni trabajan 176,431. La pregunta es ¿qué hacemos con los “ninis”? Que deben actualmente de andar por los 410,000 jóvenes; recursos sin aprovecharse, personas que causan problemas y pleitos en la familia y en su barrio; que son sufrimiento para las madres que profunda frustración para los jóvenes que no hayan que hacer con el tiempo y con la falta de recursos.
Los hijos de clase media alta y de los ricos son educados en centros bilingües y cuando se bachilleran casi todos salen al extranjero.

Hay que cambiar muchos paradigmas tradicionales de nuestro sistema educativo. En toda época los jóvenes son la reserva, el tesoro y el futuro de un país.

El autor es asesor del Mined.

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