El cantautor nicaragüense Carlos Mejía Godoy le cantó la mañana de este sábado al papa Francisco la Misa Campesina acompañado de un coro en quechua. El pontífice se encuentra en un viaje apostólico en Perú, luego de haber estado durante tres días en Chile.
El Papa, que se encontraba en la Nunciatura Apostólica de Lima, capital de Perú, salió al balcón del edificio tras escuchar la Misa Campesina. “Los felicito por la música y por el canto, gracias. Les aplaudimos a ellos que están cantando”, dijo Francisco señalando a Mejía Godoy, los músicos y el coro.
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“Hoy ha sido uno de los momentos más emotivos de mi vida, como artista, como cristiano y como ser humano. A pocos meses de cumplir 75 años, 50 dedicados a cantarle a Nicaragua, he tenido el privilegio de compartir un evento muy especial, que rebasó mis expectativas”, aseguró vía telefónica el cantautor a LA PRENSA.
Vestida de huipil y con los colores de la bandera nicaragüense, Marcela Pérez Silva, embajadora de Nicaragua en Perú, también cantó junto a Carlos Mejía Godoy. Ella fue una de las que impulsó el viaje del cantautor hacia ese país andino.
Una misión en Perú
Después de 42 años de que se prohibió la Misa Campesina en la Iglesia católica nicaragüense, Carlos Mejía Godoy viajó también con la intención de pedirle al papa Francisco que levantara el veto de esta canción en Nicaragua, pero no tuvo la oportunidad de hablar con él. Mientras que en Perú, el nuncio apostólico de la Santa Sede en ese país, monseñor Nicola Girasoli autorizó la interpretación de todos los cantos de la Misa Campesina en versión trilingüe (nicañol, miskito y quechua).
“Fue realmente gratificante ver aparecer al papa Francisco con su proverbial sonrisa, en el balcón de la Nunciatura Apostólica de Lima, mientras entonábamos el ‘Dios de los pobres'”, agregó Mejía Godoy.
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“Realmente fue una experiencia muy especial en donde se sentían las buenas vibras y toda la energía positiva del público y de los músicos”, comentó Xochilt Jiménez, esposa del cantautor nicaragüense.
El veto a la Misa Campesina fue impuesto por la jerarquía católica de Nicaragua el 9 de noviembre de 1976, cuando monseñor Manuel Salazar y Espinoza, quien era el presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, consideró que era “un canto no litúrgico”.