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Danilo Arbilla

Afinidad absoluta

Parece que la oportuna muerte del fiscal argentino Alberto Nisman se trataría, nomás, de un caso de “autosuicidio”, al decir del preclaro Nicolás Maduro.

Quizás un Kirchnersuicidio, o un Crissuicidio o un Iransuicidio.

Lo que sea, vaya uno a saber, pero sí se ha transformado en un escándalo mundial del que los únicos que no estarían enterados serían la OEA y la Unasur. Esta última organización, ahora no podría distraerse por ese tema, por cuanto está a la espera del resultado del recuento de votos, que le exigieron y les debe enviar Maduro.

El que sí está enterado, pero no ha dicho nada, es el Vaticano. A lo sumo ha negado que hayan hecho llegar un mensaje de apoyo a Cristina, a quien el papa Francisco siempre recomienda que “hay que cuidar”. De todas formas, a algunos llama mucho la atención este “no opinar por ahora” del Vaticano, a lo que la prensa argentina califica como de “profundo silencio del pontífice argentino, que siempre estuvo muy vinculado a la lucha por el esclarecimiento del atentado a la AMIA”. Lo que pasa es que eso era antes, cuando Bergoglio era cardenal y estaba enfrentado a los Kirchner.

Puede también que Francisco I no quiera molestar a los progresistas bolivarianos y afines, en reconocimiento a la gestión de Hugo Chávez, quien, según reveló el mencionado Maduro, lo primero que hizo en el cielo fue recomendarle a Dios que designara un papa argentino. Vaya uno a saber.

El primero en saltar fue el inefable Evo Morales, quien nunca se queda atrás. Y ya vendrán otros afines al movimiento. Evo fue categórico, el asesinato del fiscal se trata “de una emboscada contra la compañera Cristina”. Hay quienes afirman que más que por solidaridad con Cristina Kirchner, Morales salió a opinar, en defensa o por pedido (los malos dicen que por indicación y encargo) de Irán. Sabido es que Bolivia e Irán están muy hermanados y que Evo, tanto con Mahomud Ahmadineyad, ayer, como Hasan Rohani hoy, son un solo corazón.

Lo que es innegable es que hay una identidad de ideales. Veamos por ejemplo lo que dice el último informe de Human Rights Watch, sobre el régimen boliviano. Textualmente, que “las amenazas a la independencia judicial y la impunidad de delitos violentos y de violaciones de derechos humanos siguen siendo problemas serios en Bolivia. El uso extendido y arbitrario de la prisión preventiva y las demoras en los juicios atentan contra los derechos de los acusados y agravan la sobrepoblación carcelaria.

“El gobierno del presidente Morales continuó acosando a defensores de derechos humanos y periodistas críticos durante 2014, y no respetó plenamente el derecho de los grupos indígenas a su consentimiento libre, previo e informado. La violencia contra mujeres y el trabajo infantil continúan siendo graves preocupaciones”.

Añade que “durante años, la corrupción, las demoras y la interferencia política han caracterizado al sistema judicial boliviano” y que hay “una ley de 2010 que habilita a la legislatura a destituir jueces y aplicarles sanciones penales, lo cual socava la independencia judicial”. Relata muy detalladamente la serie de asesinatos y desapariciones de los últimos años en que estarían involucradas las policías y las fuerzas armadas, y que el gobierno de Evo se niega a investigar y trata de obstaculizar. HRW dice además que se limita el trabajo de las organizaciones de defensa de los derechos humanos y denuncia serios problemas con respecto a la libertad de expresión, los derechos de los indígenas y de las mujeres.

Hay afinidad, sin duda. Si se leen los informes sobre Argentina, Ecuador, Venezuela, Cuba, surge claro esa identidad, esa coincidencia doctrinaria y de propósitos de estos gobiernos. No será de extrañar que surjan nuevas manifestaciones en apoyo a Cristina Kirchner. Todo tiene su explicación, como se ve. Hasta comienzan a correrse algunos velos que permiten entrever y explicar los silencios y actitudes del Vaticano.
Lo que sí sigue sin explicación son los silencios del resto.

El autor es periodista uruguayo, fue presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

Opinión Alberto Nisman argentina muerte archivo
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