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La Policía que ya no es

Policía

El problema de Nicaragua es que no tiene policía. Nicaragua dejó de tener policía desde que el cuerpo encargado de perseguir el delito se dedicó a delinquir. Podrá tener el nombre, podrá usar los recursos destinados para ella, podrá usar sus uniformes e, incluso, su autoridad, pero no por ello será Policía. Porque el lobo se disfrace de oveja no lo convierte en oveja. Tampoco por usar una piel de oveja se comportará como oveja. Solo será un lobo disfrazado de oveja que actuará como lobo. Es su naturaleza.

Mentirosos

Cuando vemos a la Policía “investigando”, ya estamos listos para no creerle. Mienten tanto cada día que, incluso, si dijeran la verdad, la pondríamos en duda. Los hemos visto decir mentiras, literalmente, increíbles. Es la clásica moraleja de la fábula del pastorcito mentiroso, que todos los días anunciaba en broma la llegada del lobo para asustar a su comunidad. Cuando el lobo llegó de verdad, nadie le creyó. Vuelvo a lo mismo: tienen los uniformes, reciben 3,836 millones de córdobas al año del presupuesto, tienen supuestamente el mejor laboratorio de criminalística de la región, pero les falta algo que ya parece irrecuperable: credibilidad.

Talco

Fue en manos de este mejor laboratorio de criminalística de Centroamérica que cierta cocaína se convirtió en talco. ¿Recuerdan? Febrero de 2014, cerca del barrio La Esperanza. La Policía detuvo a un personaje llamado “El Negro Milton” con un paquete “enteipado” de kilo y medio de polvo blanco. En la mochila le encuentran unos proyectiles de pistola y una pesa, de esas que usan los “dealers” para serviles a sus clientes. Hacen la prueba de campo y determinan que es cocaína. Sin embargo, resulta que el personaje detenido es hermano del boxeador Chocolatito González, fiel a Daniel Ortega y, entonces, peritos de ese mejor laboratorio se desdicen. Ya no es cocaína, sino talco. ¡Milagro! Hay que liberar al buen ciudadano que seguro se gana la vida vendiendo talco en gramos por las calles de su barrio.

Amigos de la Policía

Se acuerdan que hace algunos años hubo una especie de organización que se denominó Amigos de la Policía. A simple vista no parecía mal. Se trataba de ciudadanos, muchos funcionarios de gobierno, que, dados los pobres ingresos que tenían los policías, les ayudaban con útiles para sus hijos, mochilas, víveres y otros apoyos. El problema es que “amor con amor se paga” y si tal vez había unos “amigos” bien intencionados, había otros que esperaban ciertos privilegios por su amistad. Para ello, muy convenientemente había carnets y calcomanías que conseguían trato preferencial en líos, multas y pases libres, entre otros.

Verdades

Los verdaderos amigos de la Policía son aquellos que le piden, le exigen, que se comporte como la institución que le corresponde ser, de acuerdo a las leyes y a su propia naturaleza. No es amigo quien más le da o el que más le consigue, pero a cambio le pide que deje de ser lo que es para ser, incluso, lo opuesto a lo que debería ser, como es el caso actualmente. Una verdadera Policía debería recibir un presupuesto justo, salarios justos, y no dádivas. Y solo hacer lo que por ley le corresponde hacer, sin pagar favores a nadie.

Enemigos

Daniel Ortega es, desde este análisis, el peor enemigo que la Policía Nacional. Hace más por salvar a la Policía Nacional el ciudadano que la critica y le reclama por sus abusos y atropellos, que Ortega cuando le aumenta el presupuesto, les sube salarios, a cambio de que se criminalice. Ortega y su grupo son los principales responsables de la extinción de la Policía Nacional. Comenzaron pidiéndoles que le cuidaran sus casas, las fiestas de sus hijos o que les cargaran las carretillas en el supermercado. Luego los obligaron mentir descaradamente, como en el caso de talco o de la capilla la Sangre de Cristo, y finalmente les ordenaron matar en defensa de ellos, aunque implicara violar todas las leyes cuya protección es su razón de ser.

Ser o no ser

Nicaragua necesita tener una Policía. Pero no esta organización que usa el uniforme, los emblemas, los recursos de la Policía, pero no se comporta como ella. Actualmente la principal función de estos uniformados es mantener en el poder a la familia Ortega Murillo a cualquier costo. Y ahí la vemos, sancionada, patrullando en camionetas doble cabina, como la Guardia de Somoza patrullaba en los Becat, convirtiendo la cocaína en talco cuando les conviene, aliándose con delincuentes para reprimir y usando millones de córdobas de su laboratorio para armar teorías que le gusten la señora vicepresidenta. Ha mentido y delinquido tanto que ya ni siquiera le cabe preguntarse: ¿ser o no ser? Porque ya no es. Y difícilmente podría volver a ser.

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