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Mariano Marín

Restos arqueológicos en Ometepe

En mi niñez, en la Isla de Ometepe, después de cada “pencazo de agua”, en el invierno, salía con mi papá a ver qué había pasado. Más que todo en relación a la destrucción de los cercos de la finca o cosas por el estilo. Pero a veces encontrábamos restos de “tiestos” o de “antiguas”, como le decían, o le dice aún, la gente de la isla, a los restos arqueológicos. Algunas veces se encontraban en buen estado, otras quebradas, pero tal vez aún recuperables o reparables, y se guardaban en cajas de madera seca para su posterior armado, o para ponerse en una vitrina de exhibición en la casa.

En junio pasado, estando en la isla para hacer una preproducción de una película, por casualidad, una corriente sacó a “luz” un sitio donde estaban casi a flor de tierra cinco o seis esqueletos y vasijas, y otros enseres de la vida cotidiana y típica, de los “entierros” de los antiguos habitantes de la zona, anterior a la invasión del imperio español. Mucha gente llegó y algunos se asustaron; otros especularon si eran recientes, etc. La verdad es que sin tener un título de la Sorbona, se podía ver que eran de una antigüedad anterior a la colonia. No vi a Rigoberto Navarro, el arqueólogo que nos visita más frecuentemente, aunque me dijeron que él llegó a ver qué era y tomó medidas inmediatas para el resguardo del sitio. No vimos más preocupación de parte de las autoridades, aparte de unos policías que durante unos días resguardaron el lugar. El invierno se vino más fuerte y para guardar un lugar de ese tipo se necesita una infraestructura de mayor y mejor calidad que un simple plástico negro.

En resumen, ¿qué quiero decir? Que me parece que es hora de que si tenemos una dirección de Patrimonio Histórico, si existe más de un arqueólogo titulado, y responsable de la vida y de la historia arqueológica de este país, sea donde sea, debe haber una preocupación inmediata para guardar estos sitios. Recuerdo que cuando se estaba haciendo en los años setenta en la ciudad de México D.F. un ramal del metro se encontró un sitio de este tipo. La reacción inmediata del Estado, la Alcaldía del D.F. y el Gobierno Central junto al Instituto de Antropología de Ciudad México, fue detener las obras a un costo tremendo, hasta que se logró rescatar, clasificar y hacer un desvío, que luego se hizo una preciosa estación del metro, para preservar este descubrimiento. La gente no sólo no protestó, sino que alabó la decisión del Gobierno por dicha labor. Bueno, esto no es más que una inquietud para ver si les interesa a los responsables de Patrimonio Histórico hacer algo por la causa de nuestra historia. Pienso que con todo lo que nos han robado los gringos, ticos y nicas cómplices, de la riqueza arqueológica de la isla, el museo de Moisés Ghitis debería de ser el tamaño de toda la galera que tenía su abuelo para el tabaco, y le faltaría espacio. Creo que también hay que legalmente investigar a todos los conocidos traficantes de piezas que hay en la isla y juzgarlos así como a los traficantes de cocaína. Es por todo esto que creo es tiempo que asumamos la responsabilidad de ser verdaderos nicaragüenses y comportarnos como tal.

El autor es historiador

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Opinión
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