- El Tren Cultural está de regreso y ofrece nuevamente un recorrido por la década de los ochenta, en especial por la cruzada de alfabetización
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al pasado
Josefina Vigil es una de las jóvenes que en la década de los ochenta participó en la jornada de alfabetización, actualmente se desconoce quién es ella y dónde está, pero en los archivos de esa época se encontró un artículo donde la joven de 16 años escribió la alegría que sentía por formar parte de la alfabetización.
Al igual que este escrito se pueden apreciar otros elementos en El Tren Cultural, el cual reabrió sus puertas al público en general desde el martes pasado.
Como en años anteriores, El Tren Cultural está instalado en la entrada hacia la Laguna de Tiscapa. Cuenta con los mismos tres vagones donde se observan de manera ordenada los archivos rescatados de aquella época. Sus creadores lo han llamado un “museo rodante”, acompáñenos a recorrer este pedazo de la historia nicaragüense.
27 AÑOS AL PASADO
En la entrada unas chicas simpáticas se encargan de dar la bienvenida y exponer una breve introducción del proyecto; seguidamente le ponen una calcomanía a sus visitantes, la cual funciona como un pase al pasado.
Al acceder al primer vagón una voz inicia a narrar los hechos que se vivieron antes de la revolución sandinista, mientras se observan fotografías de la época y vídeos que enfocan a niños dando clases a los adultos.
Una vez que se conoce cómo empezó esta travesía educativa se pasa al segundo vagón, este es interactivo, ya que mezcla la Historia con las nuevas tecnologías de la información. A través de programas computarizados se pueden escuchar y ver diversas historias contadas por los mismos brigadistas que dejaron sus hogares para ir a educar.
La mayoría relata que durante la alfabetización no sólo enseñaron a leer y escribir, sino que también aprendieron a vivir con necesidades, a compartir lo poco que había con las familias que los acogieron y que los llamaron hijos, hijas, hermanos, hermanas y hasta nietos y nietas.
En este segundo vagón también se encuentran escritos de los brigadistas y las primeras palabras que aprendieron a escribir los alfabetizados, así como el atuendo que usaban los jóvenes durante su labor educativa.
PARA EL RECUERDO
El tercer vagón, llamado Salón de los Murales, está repleto de fotografías, en un extremo están las de algunos brigadistas y al otro extremo las de los alfabetizados. Además se aprecian manuscritos con mensajes de gratitud y cariño de ambas partes.
Acá el grupo se divide en dos y cada uno debe hacer un compromiso en pro del bienestar social. Así como hace 27 años muchos jóvenes decidieron dejar sus hogares para educar a quienes lo necesitaban.
“Acá debemos escribir el compromiso, que debe cumplirse, por muy sencillo que sea debe hacerse”, comentó Darling Molina, una de las guías.
Y ya que lo acordado debe quedar escrito, al final todos se juntan viendo hacia una cámara para sacar una foto de todo el grupo de visitantes, la cual se imprime junto con el escrito y se le entrega a cada uno.