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En Letra Pequeña

Miopía

Alguien me preguntaba si LA PRENSA se dará por satisfecha cuando el doctor Alemán decida despedir a Byron Jerez de la DGI. Yo no puedo contestar por LA PRENSA, pero me parece que sería extremadamente miope pensar que toda la evidencia que se presentó en este caso de corrupción busque el despido de un funcionario o en el peor de los casos que se lo lleven preso.

Enredar la cosa

No se trata de acabar con alguien, sino de proteger a la Nación contra los abusos que comenten los funcionarios públicos en el ejercicio de su cargo. Estoy seguro que a LA PRENSA le hubiese gustado que don Byron Jerez demostrara su honradez en este caso. Lo que pasa es que hasta ahora Jerez ha evadido dar cualquier explicación a la ciudadanía que le paga su salario, y cuando se ha visto obligado a hacerlo en la Contraloría o en la Comisión Anticorrupción de la Asamblea Nacional, lo hace con el único propósito de enredar la cosa y dejar una nebulosa sobre un tema que es tan importante para el país.

Lección para otros abusivos

Lamentablemente, un caso de corrupción así de documentado, precisa de enérgicas sanciones, no para que Jerez caiga en desgracia, sino para que otros abusivos la piensen dos veces antes de cometer ese crimen que tanta pobreza le cuesta a Nicaragua.

Grita general

Y mientras el Presidente Alemán espera el informe de la Contraloría, para decidir la suerte de su correligionario y amigo, en el país hay una grita que comienza en los mercados, pasa por los partidos políticos, la Iglesia, las representaciones internacionales e invade hasta su propio partido: “Que se vaya Jerez”. Pero Jerez no se va porque el Presidente, que es respetuoso del Estado de Derecho, espera que la Contraloría se pronuncie, un pronunciamiento que todos sabemos será a la medida que el Presidente lo pida.

Querer y poder

Lógicamente el Presidente quisiera sacar limpio a su amigo de tantos años, negocios y aventuras, pero una cosa es querer y otra poder. Y no puede, no porque el Estado de Derecho que dice proteger se lo impida , sino, desgraciadamente, por la presión que sufre desde afuera. Entonces, le quedan tres opciones: o lo saca limpio, que sería el colmo; lo pasa a los tribunales, o busca una solución intermedia: “Hagamos como que lo castigamos quitándolo del cargo para que se meta a la campaña electoral, a ver si así se calman las cosas”. Todo mundo sospecha que el Presidente se va por la última.

Lo que la gente aún no entiende es cómo es posible que sobreviva Jerez en el Gobierno.

Comentarios y sugerencias: Fabián Medina

Editorial
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