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¿Le creemos?

En busca del tiempo perdido, sin disponer de las pistas que nos traza Marcel Proust, Rosendo está listo para zarpar mañana hacia Los Angeles… Se supone, que esa gran ciudad encontrará un adiestrador que reemplace a Rigoberto Garibaldi, con el propósito de afilarse convenientemente, para luego proyectarse hacia la conquista de su segunda corona mundial […]

En busca del tiempo perdido, sin disponer de las pistas que nos traza Marcel Proust, Rosendo está listo para zarpar mañana hacia Los Angeles… Se supone, que esa gran ciudad encontrará un adiestrador que reemplace a Rigoberto Garibaldi, con el propósito de afilarse convenientemente, para luego proyectarse hacia la conquista de su segunda corona mundial retando al tailandés Pitchinoi Siriwat.

En mi ranking de grandes atletas nicas de todos los tiempos, Rosendo ocupa el tercer lugar, sólo detrás de Alexis Argüello y Denis Martínez… No pretendo abrir espacio para discusiones con ese señalamiento, simplemente expongo mi valoración y tengo muy buenos argumentos para defenderla… Sin embargo, en mi ranking de frustraciones, aunque parezca un contrasentido, Rosendo también ocupa el tercer lugar detrás de Eduardo “Ratón” Mojica, quien debió haber sido un Campeón Mundial de Boxeo, y David Green, quien malogró una estupenda materia prima, capaz de garantizar una fulgurante trayectoria en Grandes Ligas.

Hasta hoy, Rosendo Alvarez ha sido alguien difícil de analizar… Posiblemente, Freud hubiera enloquecido en el intento.

De aquel muchacho brioso, de mirada fiera, puños paralizantes, impresionante agresividad, dispuesto a cualquier tipo de sacrificios y someterse a una disciplina de rigidez militar, con tal de atrapar la grandeza mientras perseguía un sueño, queda el recuerdo de su proeza destronando a ese temible samurai llamado Chana Porpaoin.

El discreto encanto del aburguesamiento, atrae peligrosamente con una fuerza avasalladora, como lo demuestra Buñuel en aquella gran película… Involucrado en una serie de peleas continuas, Rosendo dio la impresión de estar avanzando consistentemente hacia el estrellato… Frenado en su ritmo después de sus dos espectaculares batallas con el Finito que le permitieron ganarse el respeto de los expertos norteamericanos, Rosendo se vió afectado por una serie de conflictos.

Su amarre con Don King nunca resultó beneficioso y el factor pérdida de brillo terminó arrinconándolo… Derrotado por la báscula y por el Finito, no supo encontrar rápidamente un punto de apoyo para volverse a proyectar con fuerza, y aquí lo tenemos, meses después de una pobre demostración contra el mejicano Tomás Rojas, buscando como arrancarle la cabeza a Siriwat.

Antes de zarpar, Rosendo coloca en la casetera un viejo discurso: 1) Entrenaré a fondo, con el empeño de un buscador de diamantes…2) Derrotaré a la báscula sometiéndome a un control estricto…3) Mi disciplina no flaqueará mientras aseguro mi mejor condición física… 4) Conseguiré un entrenador y estableceré lo más pronto posible, la mejor conexión… 5) Regresaré a mis niveles habituales de furia y precisión, con la aplicación de los recursos que he pulido… 6) Prometo, mantenerme enfocado en la pelea durante los próximos 45 días.

¿Podemos creerle?… Desde hace un buen rato, el nos ha estado jugando “bola escondida” dañándose a sí mismo y afectando sus posibilidades… A esta altura, todo depende de la madurez adquirida. Uno piensa que no ha aprendido a conocerse, lo cual es grave, y eso le impide combatir eficazmente sus debilidades… Es un gran peleador, de eso no hay duda, pero no ha sabido cultivarse en el huerto del Gimnasio… Tiene ya 30 años, sus facultades podrían estarse deteriorando, y el tiempo perdido le exige un encarrilamiento ahora o nunca. 

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