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Controversia sobretransfusiones

Dr. Francisco L. Rodríguez:

Con mucho dolor y pesar leí sus comentarios vertidos en LA PRENSA del 31 de mayo recién pasado, con relación al fallecimiento de mi amada hermana Mayra Consuelo Beteta Altamirano.

Interpreto estos comentarios, así como el suministro de la información al público, como una actitud defensiva de su parte para la institución que representa, previendo cualquier situación que ponga en dudas el esfuerzo o empeño puesto por el personal médico en este caso.

En mi opinión, la causa principal de la muerte de mi hermana, es el paradigma fuertemente arraigado en muchos médicos, de que si no hay transfusión de sangre, la persona muere.

Esta actitud restringe el campo de acción del personal médico. He sabido de casos de personas con niveles de hemoglobina más bajos que los de mi hermana, y sin embargo han sobrevivido con tratamientos alternativos.

Ruego, Doctor Rodríguez, que disculpe cualquier frase si la considere ofensiva, pero nadie más que nosotros los familiares pudo haber estado tan interesado en la mejoría de mi hermana.

No recuerdo haberlo visto a usted allí. Tuve la oportunidad de platicar con los doctores Pérez, Lindo y Gavarrete; les agradezco a ellos lo que hayan hecho, a lo mejor cuando se presente otra oportunidad puedan hacer algo más, quizá con el uso de tratamientos alternativos.

Quiero también informarle, Dr. Rodríguez, que el miércoles 24, día en que hubo una celebración en el centro asistencial que usted representa, mi hermana no fue atendida durante el día, sino hasta aproximadamente las seis de la tarde que hablé con unas enfermeras sobre la precaria situación que presentaba mi hermana.

En ese momento se dignaron tomar la presión arterial, el ritmo cardiaco y le pusieron, creo, una dextrosa. Esa misma noche, tratamos de suministrar parte del tratamiento alternativo, para lo que solicitamos la presencia del Dr. Lindo, quien la había estado tratando desde antes de la operación, aún ofrecimos al Dr. Lindo pagar sus honorarios, sin embargo no fue posible contar con su presencia.

El personal de turno tampoco pudo —o quiso— atendernos esa noche. Debido a esto optamos por cambiarla de centro asistencial, yo personalmente estaba haciendo los trámites el jueves 25 para trasladarla al centro que le daría el tratamiento que le ayudaría a mejorar el nivel de hemoglobina, desgraciadamente no hubo tiempo.

Sobre lo de rechazar pacientes en el centro asistencial, o que hagamos nuestros propios hospitales, quiero recordarle Dr. Rodríguez, que yo, y los demás testigos de Jehová del país, incluida mi amada hermana, pagamos impuestos, de éstos sale su salario, por tanto usted, como servidor público, nos debe un servicio.

En vez de decir que va a rechazar a pacientes como mi hermana, creo que sería mejor pensar en cómo especializarse en alternativas que permitan atender a todos los pacientes que lo requieran.

Por tanto le ruego, respete a mi hermana, respete nuestro dolor.

Joel R. Beteta Altamirano

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Editorial
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