“Lo ideal es no llegar al aborto” dice el Dr. Pedro Castillo, su colega, la Dra. Carmen Toruño, considera también que el aborto “no es una solución sino un riesgo”, pero frente a la falta de educación sexual, frente a abortos espontáneos y frente a abortos por razones médicas, los doctores del Hospital de la Mujer deben dar una respuesta profesional.
En la mayoría de los casos, los abortos son espontáneos y el hospital proporciona asistencia para que las mujeres no sufran. En el caso del aborto terapéutico, Castillo sostiene que el Comité de Interrupción del Embarazo (conformado por 6 médicos del hospital) constituye una respuesta, porque “hay solicitudes que ameritan el análisis de este Comité”.
Agrega que “no hay nada que justifique un aborto, nadie tiene derecho a eso”, pero como médico tiene la obligación profesional de completar un aborto provocado que viene incompleto. Las mujeres que abortan deben ser “bien manejadas por el sistema de salud” y el hospital debe dar una respuesta a los riesgos físicos (alteración de los órganos reproductivos) y sicológicos.
Las mujeres que abortan sufren las consecuencias psicológicas desastrosas, según la Licda. María José Norori, psicóloga clínica en la unidad para adolescentes de ese hospital. Ella no respalda la legalización del aborto, porque conoce las consecuencias dramáticas para las jóvenes que lo hacen. “Después de una etapa de negación que es un mecanismo de defensa, empieza la alteración del sueño, pesadillas, se ven con el bebé, sienten remordimiento por lo que pasó y a veces contra las personas que las presionaron para abortar”.
Además, la presión religiosa acentúa la desesperación de las adolescentes: “saben que la Biblia te dice que Dios no aprueba eso, que fue malo”. Según la psicóloga, todas sufren de un sentimiento de culpabilidad.