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Kobe Bryant (8) y A.C. Green de Los Angeles en una feroz disputa por el balón con Rasheed Wallace de Portland. LA PRENSA/AP.

Espectacular asalto

EDGARD TIJERINO Los todopoderosos, incomparables, insuperables, fantasiosos Lakers de Los Angeles, parecían más sepultados que el Conde Drácula y sin la menor esperanza de resurgimiento, cuando perdían por 15 puntos faltando 9 minutos con 58 segundos, ante unos inspirados, incontenibles, implacables y demoledores Blazers de Portland… La ventaja de 75-60 a favor de la tropa […]

EDGARD TIJERINO

Los todopoderosos, incomparables, insuperables, fantasiosos Lakers de Los Angeles, parecían más sepultados que el Conde Drácula y sin la menor esperanza de resurgimiento, cuando perdían por 15 puntos faltando 9 minutos con 58 segundos, ante unos inspirados, incontenibles, implacables y demoledores Blazers de Portland… La ventaja de 75-60 a favor de la tropa en la que defienden a muerte Pippen y Sabonis, era aplastante y se reflejaba en los rostros frustrados de Jack Nicholson, Pete Sampras y Dustin Hoffman, fieles seguidores de los Lakers.

Con Kobe Bryant desorientado y Shaquille sin pies y sin cabeza, el futuro de los Lakers se veía tan negro, como el de nuestro gobierno, a bordo de un coche fúnebre.

Steve Smith, Bonzi Wells y Rasheed Wallace habían funcionado con tal velocidad, contundencia y exactitud por parte de Portland en el tercer cuarto, que los Lakers se veían destruidos por fuera y por dentro, casi ansiosos de que el martirio terminara y salir al galope en busca de la puerta del patio en el lujoso Staples Center.

Fue entonces que el partido giró bruscamente… Los Lakers, ensayaron una arremetida tan imprevisible como espectacular, marcaron 15 puntos sin que Portland pudiera ofrecer alguna respuesta, y el juego se empató 75-75 en medio de un nivel de locura Richter 9 en las tribunas.

Antes de ese resurgimiento huracanado, los Lakers habían estado erráticos desde el perímetro, fatales en los libres y prácticamente inexistentes en sus penetraciones… Ni Kobe, ni Shaq, estaban funcionando, en tanto, las piezas de los Blazers lograron sincronizar como la maquinaria de un reloj suizo.

Después del empate a 75, Wallace se filtró y devolvió la delantera a Portland 77-75, pero más importante, fue la señal de vida a tiempo, faltando 3.01 minutos… Los Lakers ripostaron cuando cobrando la sexta falta de Sabonis, Shaquille acertó dos libres, y estableció un nuevo punto de equilibrio… Fue Shaq quien empujó a los Lakers a una ventaja de 79-77, pero una interferencia suya sobre disparo de Wallace forzó otro empate con el futuro del partido balanceándose en la hamaca de la inseguridad.

Dos libres de Kobe, dos fallados por Wallace en el momento cumbre, un doble de Bryant y otro de Shaq, elevaron a los Lakers hasta las puertas del cielo con ventaja de 85-79… Un triple de Wallace proporcionó sangre y oxígeno a los Blazers estrechando distancia 82-85, pero un libre de Horry suministró un poco de aire extra en los pulmones de los Lakers… 86-82 faltando 30 segundos con la presión apretando cuellos, alterando el ritmo cardíaco y aflojando piernas… Dos libres de Horry y el 88-82 fue una esquela de defunción… Los de Portland tuvieron su último aliento para un doble, y el último libre de Horry selló el marcador 89-84.

Kobe, Shaq, Horry, Shaw, fabricaron el milagro… Phil Jackson no lo podía creer… Sufriendo lo indescriptible, los Lakers se vieron obligados a caminar descalzos sobre las brasas para avanzar a la final de la NBA.   

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