La palabra gobierno significa tanto el acto de gobernar, como dirigir la política de un país. La teoría del consentimiento popular sostiene que Dios da la autoridad a todo el pueblo unido civilmente, es decir, que cualquier forma de gobierno va a existir por el consentimiento al menos tácito de los gobernados, y todo gobierno en el que no haya un consentimiento del pueblo ha de ser una tiranía.
Y una constituyente no es más que convocar a asamblea y reformar la Constitución de un estado, donde el gobierno pasa por alto la opinión del pueblo u omite el poder y derecho de los individuos de la sociedad, que de cierta manera está bajo una autoridad, para cooperar con miras a un bien común; pero el gobierno debe saber que, “El caballo se aliste para el día de la batalla (o elecciones), mas Jehová es el que da la victoria” (Proverbios 21:31).
De igual manera el pueblo debe entender que existe un Dios justo y poderoso que “muda los tiempos y las edades, quita gobernantes y pone gobernantes, da la sabiduría a los sabios y la ciencia a los entendidos” (Daniel 2:21).
Todos aquellos que desean ser gobernantes de una nación, deberían tomar el ejemplo del rey Salomón, quien hizo pacto con Dios no con hombres para gobernar y dirigir con sabiduría al pueblo (2da. Crónicas 1:10) y cuando un gobernante endurece su espíritu con orgullo olvidándose que fue por Dios que alcanzó la “silla presidencial”, éste será pronto despojado de su reino y gloria, porque “Jehová tiene dominio sobre el reino de los hombres, y pone sobre él al que le place” (Daniel 5:20,21).
LIC. LUIS ARMANDO OCON CALERO
Matagalpa