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Karla Patricia Zerón Castro, junto a su madre, Alicia Zerón. También en la gráfica se aprecia la casa que habitan en la comunidad La Montaña en San Pedro del Norte.LA PRENSA/LUIS A. CASTELLON

Niña padece de rara enfermedad en los ojos

Cuando tenía 5 meses, los doctores intentaron operarla, pero dijeron que sería mejor intervenirla a los 7 años, su edad actual LUIS ALBERTO CASTELLONEspecial para LA PRENSA CHINANDEGA.—Siete años, es la edad del juego y la inocencia, de la alegría de vivir, pero a Karla Patricia Zerón Castro le sucede todo lo contrario, ella nació […]

  • Cuando tenía 5 meses, los doctores intentaron operarla, pero dijeron que sería mejor intervenirla a los 7 años, su edad actual

LUIS ALBERTO CASTELLONEspecial para LA PRENSA

CHINANDEGA.—Siete años, es la edad del juego y la inocencia, de la alegría de vivir, pero a Karla Patricia Zerón Castro le sucede todo lo contrario, ella nació con una rara enfermedad en sus ojos, presenta nubes que se los cubren completamente.

El “angelito” rural vive en la comunidad “La Montaña” ubicada en el Municipio de San Pedro del Norte, en Chinandega, para llegar hasta su casa se caminan cuatro o cinco horas, subiendo y bajando cerros que parecen llegar a las nubes, atravesando caminos escabrosos.

Su madre, Alicia Zerón, como la gran mayoría de mujeres campesinas, cumple el papel de ama de casa, su padre Hermenegildo Moreno Hernández, un agricultor de sobrevivencia que siembra frijoles y maíz para resolver el sustento diario.

Esta familia, compuesta por el padre, la madre y 7 hijos vivió cerca de 6 meses en unos peñascos que los pobladores llaman “Los Cuevones”, enormes rocas de aproximadamente 3/4 de manzana que se encuentran en una hondonada a 1,500 metros de profundidad, ahora tienen construido en la cumbre su ranchito.

Cuando la niña Karla Patricia tenía 5 meses de nacida, con ayuda de personas generosas se hizo un intento de operarla en el Hospital de Chinandega, pero un grupo de especialistas determinaron que la edad factible para tener éxito en la intervención era cuando Karla Patricia tuviera 7 años, su actual edad.

Cuatro hermanos de la pequeña Karla estudian en “La Escuelita” de la comunidad más cercana, Plan Grande a 7 u 8 kilómetros, eso significa salir de clases a mediodía y llegar a la casita a las 2:30 p.m., esto se comprobó reloj en mano.

Ese es un gran sacrificio para cualquier niño, sin embargo, caminar esas enormes distancias tiene para la pequeña Luz Marina, hermana de Karla, un motivo sentimental profundamente inspirador. La enfermedad de su hermanita.

¿Te gusta estudiar?

Sí, mucho.

¿Y sos buena alumna?, se ríe y responde.

No sé.

¿No te cansa ir tan lejos a la escuela?

Sí, me canso. Pero quiero estudiar para ser doctora.

¿Doctora? ¿Por qué?, calla un instante, reflexiona, echa una tierna mirada a su hermanita enferma y responde con firmeza y dulzura:

Para curar a mi hermanita.

La respuesta emocional y racional. Profundamente impactante y estremecedora nos provoca un torozón en la garganta, no más interrogantes. Los ojos amenazan mojarse con el líquido del alma que brota de la fuente de la compasión.

Desde la privilegiada cumbre en que está su ranchito tuvimos la oportunidad de ver a los niños regresar de sus clases.

Los mirábamos venir a lo largo, a lo lejos eran como unos puntitos blancos móviles. Llegaron sin notar nuestra presencia oculta en unos gruesos pinos.

Saludaron a su hermanita con un cariño natural y espontáneo, no era el gesto rebuscado para la cámara.

Su casita como de plástico, paja, lona, sacos y varas por donde se cuelan fácilmente el polvo, el viento frío de las noches. Dichosamente ya muy pronto su casita tendrá mejores condiciones para habitarse, gracias a un Programa de Acción Social del Estado.

Bajamos de aquel enorme y encumbrado cerro, reflexionando alrededor de la tragedia de aquella niña y su familia, del sacrificio que implicó llegar hasta aquel lugar, pero también conscientes que habrá valido la pena si tras leer esta información, una o varias almas caritativas deciden llevar a la práctica el más hermoso y sublime de los mandamientos cristianos: “amar al prójimo como a ti mismo”, entonces sabremos que nuestro sudor y cansancio ha caído en la tierra fértil de la bondad para germinar en la solución del problema de este angelito rural.

Si usted estimado lector tiene la posibilidad y la disposición de ayudar, comuníquese con el alcalde o vicealcalde de San Pedro del Norte al teléfono 088-218868 y diga que puede y quiere apoyar económicamente, para que Karla Patricia, la niña de la comunidad La Montaña, pueda ser operada.   

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