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A propósito de la arqueología

  • La simple pasión por el descubrimiento de materiales arqueológicos o paleontológicos, es huaquería, la cual en realidad puede practicarse a través de
    perforaciones y socavamientos (hoyos y huecos), pero no a través de excavación científica arqueológica

Jorge E. Zambrana F.

Durante los últimos cinco años el Museo Nacional de Nicaragua ha venido demostrando interés por divulgar los resultados de trabajos de arqueología, llevados a cabo por el Departamento de Investigaciones Antropológicas, en algunos de los sitios y depósitos arqueológicos existentes en nuestro subsuelo. Esto, así como el artículo “Edgard y Ramiro: Escarbar en el pasado son sus metas”, publicado en LA PRENSA del 11 de mayo corriente, a propósito del descubrimiento de los restos de Francisco Hernández de Córdoba, me motiva a hacer algunas reflexiones sobre el significado de la Arqueología y de la Investigación Arqueológica, y cómo debe practicarse en nuestro país.

La Arqueología es una ciencia, y no un arte. Ciencia es “un sistema de conceptos acerca de los fenómenos del mundo externo o de la actividad espiritual de los individuos que permite prever y transformar la realidad en beneficio de la sociedad… es una ‘producción espiritual’ cuyo contenido y resultado es la reunión de hechos orientados en un determinado sentido, de hipótesis y teorías elaboradas y de las leyes que constituyen su fundamento”.

La arqueología debe ser entendida como una ciencia social, ya que su objeto de estudio es el mismo que el de las demás ciencias sociales: la sociedad en general, en sus procesos de conformación, interconexiones, sus leyes. Desde este punto de vista los restos arqueológicos, sólo constituyen los medios cuyo estudio nos proporciona los datos necesarios que nos permiten acercarnos al conocimiento y explicación de esos procesos, y a la explicación del cumplimiento de las regularidades de los procesos esenciales que tienen carácter histórico en sociedades concretas. Es decir, situar los restos arqueológicos y demás elementos del registro arqueológico en su contexto social, pues fueron el producto de unas determinadas relaciones entre los miembros de un grupo social, y entre éstos y la naturaleza. El arqueólogo debe interpretar el presente –procesos post-deposicionales que le imprimieron al registro arqueológico la fisonomía actual– para poder explicar qué le sucedió a un grupo humano en el pasado, grupos que son el sustento de nuestra historia, la base del proceso que ha llevado a la constitución de nuestra sociedad actual, y que son vitales para la formación de la conciencia histórica de los pueblos.

Podemos observar, entonces, que lo que hace que la arqueología tome un carácter científico es que parte de una teoría que sirva de instrumento de apoyo y la utilización de una metodología, acorde con los principios teóricos que posibilite la recuperación de los datos pertinentes para corroborar o rechazar un supuesto teórico previo.

La simple pasión por el descubrimiento de materiales arqueológicos o paleontológicos, es huaquería, la cual en realidad puede practicarse a través de perforaciones y socavamientos (hoyos y huecos), pero no a través de excavación científica arqueológica.

Si nos atenemos, pues, a la definición de ciencia y de arqueología científica, se desprende que ésta no debe ni puede ser calificada como “un arte con un poco de pasión y ciencia” a como algunos dicen por ahí. La pasión, el amor, son sentimientos subjetivos que influyen en la realización mejor o peor de un determinado trabajo, pero son incompatibles con la ciencia, no pueden sustituir al método científico

Por otro lado, la investigación arqueológica es todo menos rutina. Todos los datos, absolutamente todos, son nuevos, en la medida en que cada yacimiento o depósito de materiales arqueológicos constituyen nuevos elementos, cuya concatenación con otros datos recuperados anteriormente permiten precisamente la reconstrucción de una realidad dinámica extinta cuyos restos son en parte sus reflejos.

La cientificidad no es usar instrumentos especializados, ni en llevar controles menos y más rigurosos de lo que se extrae y como se extrae, sino la capacidad de concatenar los datos que su estudio reporta, para explicar la realidad social histórica que reflejan los elementos (orgánicos e inorgánicos) de ese registro arqueológico.

La arqueología no debe obedecer a un interés definido por su distancia cronológica, exotismo o variabilidad cultural, pues en ese caso estaremos desarrollando una arqueología de descubrimientos específicos y de objetos, transformando los intereses de una arqueología científica en una arqueología objetual cuyos objetivos están muy cerca de la huaquería.

Se necesita por el contrario, desarrollar una arqueología que sea capaz de crear una verdadera conciencia histórica entre los pueblos, verdadera en la medida que corresponde a todo el colectivo social y no sólo a un sector del mismo.

Escarbadores del pasado ya tenemos muchos y conocemos cuáles son sus metas; debemos escarbar en el pasado no para descubrir un evento, sino para explicar, escarbar para llenar un vacío de conocimiento histórico. De no ser así, mejor no escarbemos, no destruyamos nuestros recursos arqueológicos.

El autor es arqueólogo.   

Editorial
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