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Solemnidad de Pentecostés

PBRO.SILVIO FONSECA MARTÍNEZ

El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí.
Lectura del Santo Evangelio, según San Juan 15, 26-27; 16, 12-15.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando venga el consolador, el Espíritu de la verdad que yo les enviaré y que procede del Padre, él dará testimonio de mí. Ustedes mismos serán mis testigos, porque han estado conmigo desde el principio.

Tendría que decirles mucha cosas pero no podrían entenderlas ahora. Cuando venga el Espíritu de la vedad, los iluminará para que puedan entender la verdad completa. El no hablará por su cuenta, sino que dirá únicamente lo que ha oído, y les anunciará las cosas venideras. El me glorificará, porque todo lo que les dé a conocer lo recibirá de mí. Todo lo que tiene el Padre, también es mío; por eso les he dicho que todo lo que el Espíritu les dé a conocer, lo recibirá de mí”.

Palabra del Señor.

Lecturas bíblicas: Hch. 2, 1-11/Gálatas 5, 16-25 / San Juan 15, 26-27; 16, 12-15.

¡Ven divino Espíritu! Es la aclamación que el pueblo hace diario y a cada momento, porque es su vida, la guía, la fortalece, la ilumina, la rejuvenece, por eso, hoy celebramos la gran fiesta después de la Pascua de Cristo. La reunión de los cristianos en los templos pretende reavivar, renovar y fortalecer su fe, que hace presente el gran misterio dado hace 2000 años cuando los discípulos estaban reunidos en Jerusalén siguiendo el mandato y la promesa de su fundador.

Conviene hoy recordar nuestro bautismo y la confirmación donde se nos dio los dones del Espíritu Santo. En la práctica la mayoría de los bautizados desconocen estos regalos de Dios y sólo se limitan a afirmar que son bautizados; esto revela indudablemente la ausencia catequética y después la experiencia de los mismos; fácil es decirlo pero difícil es explicarlo y peor aún vivirlo; pero cuando el cristiano se deja tocar e invadir del Espíritu, no cesa de proclamar las maravillas de Dios.

Los dones del Espíritu Santo son dados para el servicio comunitario; así nadie puede sustraerse ni mucho menos sentirse inútil frente a un servicio; sucede con frecuencia en nuestras comunidades parroquiales; la salida más fácil es “yo no puedo”; esto significa no sólo un desconocimiento del Espíritu Santo, sino una frustración porque nuestra permanencia en la comunidad ha sido una pérdida de tiempo.

Hay que recordar sin titubeos que la acción del Espíritu Santo no se restringe a lo religioso como algunos pudiesen interpretarlo, el Espíritu Santo es también el alimento de vida de toda la creación; nada tiene vida sin El; él dirige los destinos de los pueblos; por eso la Iglesia lo invoca sobre todos los seres humanos, de una manera particular aquellos que ocupan cargos de responsabilidad y que dirigen los destinos de los pueblos; cabe aquí mencionar especialmente los padres de familia que tienen la misión de gobernar y guiar a los hijos. Que todos aquellos que nos disponemos a estar bajo la acción del Espíritu sea una nueva vida  

Editorial
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