La revelación más importante de la Consulta Ciudadana número 8 del Grupo Cívico Etica y Transparencia, que se dio a conocer el lunes de esta semana, es la de que la honradez constituye la principal cualidad que los electores van a tomar en cuenta, para escoger entre los candidatos a alcaldes y concejales.
En efecto, el 45.5% de los ciudadanos se pronunció por la cualidad de la honradez, mientras 27.7% se inclinó por preocupación por problemas sociales, 17.8% por capacidad administrativa y 7.9% por contactos políticos. O sea que la mayoría de la población está consciente de la gravedad del problema de corrupción y de la necesidad de elegir personas honradas para gobernar. Lo cual es casi una revolución en la opinión pública nicaragüense, si consideramos que para las elecciones de 1996 a la mayoría de la gente le importaba muy poco el criterio de honradez de quienes debían ser electos por el voto popular.
Por otro lado, este resultado de la Octava Consulta Ciudadana de Etica y Transparencia demuestra también que es falsa la tesis de que toda la población nicaragüense es corrupta y que por lo tanto no debería importar mucho que en el Gobierno haya corrupción. La verdad es que, como lo hemos señalado en comentarios editoriales anteriores, los ciudadanos no son parte de la corrupción sino su víctima, y la integridad debe ser una de las principales cualidades que se debe exigir a los próximos nuevos gobernantes locales y nacionales del país.
Los otros hallazgos de la Consulta Ciudadana de Etica y Transparencia (como por ejemplo la baja credibilidad y alta desconfianza ciudadana en el Consejo Supremo Electoral) son también informaciones importantes que los partidos políticos deberían tener en cuenta para seleccionar a sus candidatos a alcaldes y concejales, que deben ser no sólo las mejores personas en el sentido de capacidad y preparación, sino también por ser las más honradas y mejor protegidas contra las tentaciones de la corrupción.
Elegir como autoridades a personas que rechacen y combatan la corrupción, equivaldría a ganar por lo menos la mitad de la batalla contra el subdesarrollo y la pobreza.