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Cuando la confianza se pierdey la paciencia se agota

FREDDY POTOY ROSALES

Hay quienes se molestan o incomodan cuando ven escritos los hechos tal cual son, y se rasgan las vestiduras y en un doble discurso dicen que les parece que las cosas se han planteado al amparo de la emoción y no de la razón. Eso no es más que ser una persona mojigata y que no tiene el valor suficiente para asumir sus posiciones.

Esto hace que en la vida, un ser humano con criterios y principios bien sólidos, valore profundamente a otro ser humano que cuestiona hechos deleznables.

“Es una regla en la amistad que cuando la desconfianza entra por la puerta, el afecto sale por la ventana”, decía J. Howell. Inicié con esta breve reflexión en 111 palabras que constituyen los primeros tres párrafos, para trasladarme rápidamente al escenario que se vive en Nicaragua.

La confianza y la paciencia no sólo pueden coexistir entre dos personas, sino que existen entre un pueblo y sus gobernantes. Es el caso de Nicaragua donde la confianza en los funcionarios que dirigen las instituciones, se ha perdido y la paciencia se ha agotado de tanto esperar que haya justicia, transparencia y desarrollo.

Estos escándalos de corrupción nos obligan a seguir manteniendo viva esa esperanza de llegar a ser un país civilizado a través de la ley.

Miguel de Cervantes decía que “las obras que se hacen a prisa nunca se acaban con la perfección que requieren”. El problema es que en Nicaragua los que gobiernan ni siquiera piensan en iniciar algo bueno, menos en permitir que otros hagan algo por la patria.

Es necesario que en Nicaragua se apruebe el proyecto de reformas al Código Penal, que contiene castigo para los que cometan delitos de concusión, abuso de autoridad, corrupción de funcionarios, tráfico de influencias, peculado, negociaciones prohibidas a las autoridades, entre otros tipos penales novedosos.

La administración pública debe ser algo sagrado en Nicaragua, el problema es que los malvados la ven como un medio de enriquecimiento ilícito.

Pero hay que seguir teniendo confianza en que las cosas en algún momento serán como la población desea. Esto es similar como cuando una de dos personas cree que las cosas ya no podrán mejorar porque la confianza y la paciencia han llegado a su límite. El error está en desistir de avanzar.   

Editorial
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