El doctor Jaime Granera Soto, médico ortopedista leonés, fundador de la Escuela de Ortopedia y Traumatología más prestigiosa en Nicaragua, recibirá este jueves 15 de junio el Crisma sacerdotal de la Iglesia Católica romana. Será investido como sacerdote por el Obispo de León con permiso especial venido de Roma. Sacerdote sin seminario, sin cursar la cátedra teológica requerida para otros, por sus propios méritos.
Su investidura es en sí misma la primera prédica del maestro Jaime, como le llamamos los que hemos tenido la oportunidad de ser sus alumnos en ese otro apostolado que ha sido su ejercicio de la profesión médica. Predica como la hacia Francisco de Asís cuando les decía a sus mínimos frailes “vamos a predicar” y salían del monasterio con sus andrajosos sayales, caminaban por las calles del pueblo y volvían al convento sin decir una palabra.
De la vertiente de aquellos maestros de la Medicina llamados sabios por el pueblo, Jaime Granera posee un acervo científico actualizado y un dominio magistral de la especialidad de la Ortopedia y la Traumatología, ha sido maestro de generaciones de médicos generales y de ortopedistas. Sus diagnósticos precisos, el corte del bisturí exacto, sus resultados divinos: El alivio y la recuperación del miembro afecto.
Con la sabiduría de inspiración bíblica del “Vanitas venitatum et omnia vanitas”, no ha ostentado dicha sabiduría más que para curar al enfermo, médico de humildad franciscana y con la espiritualidad del buen samaritano.
Son muchos los nicaragüenses que han pasado por sus manos, de anecdótica recordación la cirugía efectuada en la derecha de Alexis Argüello, estuvo a punto de suspenderse una pelea por el rumor que el maestro Jaime la había dejado una placa metálica, haciendo el puño de Alexis de hierro.
En varias ocasiones me han preguntado colegas, en diferentes lugares de Nicaragua y fuera del país, si Jaime Granera opera todavía. Esas mismas manos que levantarán el cáliz de la transustanciación, son las mismas que actualmente hunden el cuchillo quirúrgico y corrigen el hueso torcido. Médico del cuerpo y ahora médico del alma.
Sentimos y compartimos tu alegría al ingresar a la orden de Melquisedec, tu ejemplo de probidad y entrega sea seguido por tu gremio, que las bendiciones que se desborden sobre ti ese día puedan llegar a salpicarnos por la misericordia de Dios.
Felicidades maestro, en nombre del gremio médico y en especial de la Sociedad Médica de León.
ORLANDO MORALES NAVARRETE
Presidente de la Sociedad Médica de León