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¿Y si el FSLN volviera al poder?

Al FSLN se le ha facilitado enormemente la posibilidad de regresar al poder debido a su exitoso pacto con el Presidente Arnoldo Alemán.

En efecto, la nueva regla electoral acordada por el pacto determina que para ganar las elecciones presidenciales en una sola vuelta, basta recoger 40% de los votos. Además, como es imposible que el FSLN gane en una segunda vuelta, porque se requiere más del 50% de los votos, entonces los pactistas establecieron que se podrá vencer con sólo 35% de los votos, si la diferencia con el segundo lugar es de 5% o más. O sea, que si Daniel Ortega alcanza el 36% de los votos, y el candidato del segundo lugar queda con 30%, entonces Ortega sería el próximo Presidente de la República.

Ahora bien, estamos claros de que con pacto o sin pacto, el FSLN tiene derecho de aspirar al poder, igual que cualquier otro partido debidamente constituido. Lo único que se necesita para convertir ese derecho en realidad es tener el suficiente respaldo ciudadano en las urnas electorales. Esto no admite discusión.

El problema, dilema, incertidumbre, temor, angustia o como se le quiera llamar, de la ciudadanía democrática, es que el PLC le ha facilitado el camino de regreso al poder al FSLN, a pesar que éste no ha demostrado tener voluntad para gobernar de conformidad con los principios y reglas de la democracia.

El FSLN se ha servido de la democracia para retener importantes cuotas de poder real y para ser la principal fuerza de oposición institucional, desde que perdió el poder en las elecciones de febrero de 1990 hasta ahora. Pero el partido sandinista no transmite ninguna seguridad de que respetaría las reglas de la democracia y los principios de la libertad, en caso que, gracias al pacto con el PLC y el Presidente Arnoldo Alemán, pudiera regresar al poder en las elecciones del próximo año.

Cabe preguntarse: ¿han dejado de ser totalitarios el FSLN y Daniel Ortega? ¿En algún momento el FSLN ha reconocido autocríticamente los daños que causó y se ha arrepentido de las represiones contra la Iglesia Católica, contra la prensa independiente (y contra el Diario LA PRENSA, en particular), contra los políticos democráticos, contra los jóvenes y las madres que se resistían al Servicio Militar Obligatorio? ¿Y quién garantiza que el FSLN no volverá a apoderarse de las propiedades ajenas con cualquier motivo o pretexto?

Si el FSLN y sus dirigentes no han hecho —como hicieron los ex comunistas de los antiguos países socialistas de Europa Oriental—, una pública abjuración del totalitarismo, ni se han reconvertido a la democracia, ¿cómo se podrá confiar en que un nuevo gobierno del FSLN y Daniel Ortega respetaría los principios y las reglas de la convivencia democrática?

En realidad, nada ha hecho el FSLN durante los últimos diez años para demostrar que es ahora un partido democrático; tolerante del pensamiento y de la palabra ajena, de la libertad de prensa y de todas las otras libertades; y respetuoso del derecho de propiedad privada y de la libertad de empresa.

Basta leer los furiosos escritos de Barricada sobre los reportajes que ha publicado LA PRENSA sobre el ex teniente coronel del Ejército Popular Sandinista, Róger Miranda Bengoechea, y sobre un ex alto oficial de la Guardia Nacional somocista que denunció los vejámenes que sufrió cuando fue prisionero político del régimen sandinista. Basta leer también (en esta misma edición de LA PRENSA) la carta de Marisol Castillo, ex jefa de personal y cuadros del Ejército Popular Sandinista y próxima magistrada suplente del Consejo Supremo Electoral, porque escribimos sobre el ascenso de los viejos cuadros militares y de la seguridad sandinista, y el control que están ejerciendo sobre el aparato electoral del país. ¿Qué pasaría entonces o qué nos harían si estuvieran de nuevo en el poder?

Con el regreso parcial del somocismo al poder se ha restaurado en Nicaragua la práctica del Estado botín, se ha limitado el espacio del pluralismo político y se ha menoscabado la libertad de prensa, con el terrorismo fiscal y otras intimidaciones contra los medios de comunicación independientes. ¿Qué podría pasar, entonces, si el FSLN volviera al poder?   

Editorial
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