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¿Qué pasa De la Hoya?

EDGARD RODRIGUEZ [email protected] De repente el boxeador de mejor instrumental físico, inteligencia comprobada en el ring y un inmenso carisma para ser promovido fácilmente en una sociedad como la actual, ha quedado sin aliento. Mejor dicho, sin hambre. El pugilista que impactó en las Olimpiadas de Barcelona y que luego se proyectó a una velocidad […]

EDGARD RODRIGUEZ [email protected]

De repente el boxeador de mejor instrumental físico, inteligencia comprobada en el ring y un inmenso carisma para ser promovido fácilmente en una sociedad como la actual, ha quedado sin aliento. Mejor dicho, sin hambre.

El pugilista que impactó en las Olimpiadas de Barcelona y que luego se proyectó a una velocidad meteórica en el boxeo profesional, luce atrapado por la comodidad y el conformismo, mientras desecha el chance de saltar a la grandeza.

De la Hoya no es un púgil común y corriente. Es el mejor de la actualidad, sólo que no luce interesado en mantener ese status mientras emergen otras opciones como el mismo Shane Mosley, cuyo sentido de la oportunidad es admirable.

Oscar boxea y pega. Es rápido cuando las circunstancias lo exigen y cuenta con la capacidad de sobresalir en cualquier plano. Salió de enredos ante Whitaker, se fajó con Chávez, “jabeó” al “Mago” González y mezcló todo su talento ante Quartey.

Sus cuentas bancarias crecieron a ritmo geométrico y su fotogénica figura empezó a generar dividendos, mientras mostraba cierta habilidad para manejar su imagen, más allá de algunos escollos que debió librar con mucha precisión.

Sin embargo, ha perdido el deseo de seguir. Para muchos tiene miedo. Otros creen que no desea arriesgarse y para mí, la comodidad lo atrapó, mientras su prestigio se afecta al aceptar retos como el de Mosley sin la preparación adecuada.

Le gusta cantar. Y aunque no alcanza entre los primeros mil cantantes, ese oficio es menos arriesgado que el boxeo, donde el nivel de sacrificio es enorme y demanda de una entrega total, algo que evidentemente Oscar no está dispuesto a hacer.

Tiene muchas distracciones en su cabeza, quiere cantar y las cuentas están bien. Ha perdido aliento para el sacrificio y su imagen se deteriora.   

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