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La guatusa en tiemposde elecciones

FABIAN [email protected]

¿Qué significa para usted que la mitad de las firmas recogidas por el PLC estén saliendo malas? Alguien podría decir, desde el punto de vista metodológico, que el sistema es demasiado estricto para un pueblo tan displicente como el nuestro. O explicarlo desde el punto de vista político, al señalar que posiblemente las firmas no fueron hechas por militantes que aseguraran la calidad de las mismas… Yo prefiero explicarme este fenómeno desde el punto de vista cultural. Ahí, en un rincón muy íntimo de nuestra conciencia está la guatusa, ese símbolo tan nica, que Pablo Antonio Cuadra describe muy bien en el capítulo titulado “Nuestro obsceno símbolo de engaño” de El Nicaragüense.

Para nadie es un secreto que una buena parte de las 220 mil firmas que presentó el Partido Liberal Constitucionalista fueron recogidas a la brava en las oficinas estatales.

Hubo denuncias anónimas que no tuvieron mayor consecuencia:

–Aló, sí, es que aquí están pasando listas para que los empleados firmemos–, recuerdo haber recibido la llamada de una señora.

–¿Les han hecho alguna amenaza a los que no firman?

–No, pero si son los propios jefes quienes están pasando la lista, ya usted sabrá lo que le puede suceder a una si no lo hace.

–Usted estaría dispuesta a hacer una denuncia pública.

–No, no, imagínese, perdería mi trabajo. Sólo lo digo para que lo investiguen porque en otras oficinas debe estar ocurriendo lo mismo…Gracias (y cuelga)

Un crimen político menor, del que nadie se ocupó en su momento. Nadie dio nombres, porque nadie está dispuesto a perder su trabajo por eso. Al fin y al cabo, para qué meterse a problemas. Si no se castiga a alguien por robarse dos millones de córdobas, ¿cómo se le va a castigar por exigir una firma electoral en una oficina estatal?

Pero, como lo demuestra la historia, nadie se puede confiar de este pueblo cuando parece domado. Ahí es donde saltan múltiples recursos de rebelión. Y si algo sabemos hacer los nicaragüenses en usar la burla como protesta.

Y hoy les ha tocado a los liberales ser víctima de esa protesta silenciosa, escondida, artera, traicionera.

Los empleados estatales firmaron, al parecer, con la guatusa en la bolsa como lo manda el manual del buen nicaragüense, y haciendo firmas malas o alterando números de cédula, se vengaron de quienes los obligaron a dar su nombre por el salario que reciben por su trabajo. Es la guatusa, ese nuestro símbolo nacional de engaño.

Los liberales deberían poner sus barbas en remojo, porque eso les dice por dónde viene la votación. Que no estén contando con los votos de quienes dicen estar de su lado para mantener su empleo, porque ahí, en la urna, sólo con su conciencia, el nicaragüense se sacará la guatusa de la bolsa, para convertirla en un potente instrumento de burla contra quienes quisieron aprovecharse de él: ¡¡tomá!!   

Editorial
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