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Reivindiquemos la política

  • Para rescatar la política de la
    corrupción y el desprestigio habrá
    que cambiar la mentalidad de los
    gobernantes y de los gobernados,
    mediante introducir al caldo político a jóvenes identificados y comprometidos en su esencia ideológica y en su
    cultura con el bien común y
    la democracia

Silviano Matamoros Lacayo

Es un concepto generalizado que la política es una actividad sucia y que participar en ella constituye un desprestigio, estas deducciones nacen de los ejemplos visibles de corrupción y de las truculencias que se observan en las alianzas y los actos de gobierno de nuestra política criolla.

La política es una actividad necesaria en el desarrollo de un país, y aunque los políticos la empañan con sus actos de corrupción, corresponde a la gente de bien integrarse a ella y luchar por revindicarla, porque es ella la que al final realiza y plasma las aspiraciones de cada pueblo.

Los partidos políticos son los vehículos convencionales dentro de los cuales se desenvuelve la actividad de la política y son por consiguiente piezas insustituibles en el desarrollo de un país. El país que cuenta con partidos y con políticos honestos construye su futuro y su felicidad dentro de la justicia social y el bienestar de sus pueblos.

Para rescatar la política de la corrupción y el desprestigio habrá que cambiar la mentalidad de los gobernantes y de los gobernados mediante introducir al caldo político a jóvenes identificados y comprometidos en su esencia ideológica y en su cultura con el bien común y con la democracia, lo cual depende enteramente de nosotros al saber identificarlos y votar por ellos en los procesos electorales municipales o nacionales.

No podemos equivocarnos; es en el seno de los partidos políticos en donde tiene lugar el primer proceso de higiene política y síntesis de ideas y principios, por eso es de suprema importancia para el ciudadano integrarse a un partido con legítima identificación y convicción para realizarse dentro de ellos con honestidad, mística y entusiasmo.

No es posible sinceramente hablando desbordar los límites del propio partido y proyectarse en forma congruente y honesta en la vida nacional si no estamos nosotros mismos convencidos que lo que hagamos en política ha de ser honesto e identificado con esos principios. Por esto las alianzas dentro de partidos deben tener como base mínima la identidad de ideas y principios, para que sea durable y realista. No debemos ver con buenos ojos a ningún aliado cuyos objetivos sean solamente privilegios, posiciones arribistas y picardías políticas, se hace indispensable evitar socios o personas que practican el oportunismo político si queremos cambiar nuestra imagen y nuestro destino.

Si queremos el poder para transformar nuestro país y deseamos rescatar la política de la corrupción y el mal gobierno, evitemos seguir siendo partido de oportunismo electoral, porque esa conducta mina la capacidad de credibilidad y de crecimiento ante el pueblo y el electorado. Debemos crecer y organizarnos dentro de la fortaleza de la ética, de los principios, de la institucionalidad y del patriotismo, para constituirnos en verdadera alternativa nacional, no podemos seguir siendo un ghetto político y creer que un milagro nos convertirá en ángeles una vez en el gobierno.

El destino para bien o para mal ha planteado a los políticos en este momento un claro dilema, a)- convertir las urgentes necesidades sociales del pueblo en la opción de hierro de un partido o b)- naufragar en la corrupción y el acomodo en la farsa nacional de la política corrupta.

Hay mucho que aprender y mucho que hacer dentro de nuestros principales partidos para convertirlos en alternativa, dentro de varias cosas, debemos democratizar la democracia interna, transformar nuestros partidos en verdaderas instituciones, cultivar la competencia interna con todas las garantías, fomentar el cambio generacional, educar a nuestros afiliados dentro de la democracia y nuestros principios, desarrollar una verdadera organización nacional, invertir financieramente en el serio desarrollo de los partidos políticos para fortalecerlos ante las pretensiones continuistas de cualquier gobierno, porque lo que hoy tenemos internamente entre todos los partidos políticos es un simple eclipse de la democracia y de la transparencia.

El autor fue presidente del Partido Conservador.   

Editorial
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