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HOUSTON, TEXAS.-Dice Paolo Coelho en su libro “El Alquimista”, que es precisamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace la vida interesante… “Nunca desistas, sigue las señales, recomienda el brillante escritor brasileño”… Coelho, seguramente ha escuchado sobre ese “soñador incurable” que es Carlos García.
Lo conozco desde hace 30 años y todavía no me acostumbro a este “vendedor de ilusiones” que un buen día de 1971 me dijo, “ganaré la sede del Mundial del 72 y haremos el mejor Mundial de la historia”, todavía lo es…Que saliendo derrotado de Curazao en aquel terrible congreso realizado en 1973, dijo: “Construiré otra organización más pujante que la FIBA”, y lo hizo…Que cuando se dividió el béisbol en Nicaragua y él parecía estar frito, vaticinó: “El tiempo dirá la última palabra. Ganaremos la pelea”, como efectivamente ocurrió 5 años después… Es el mismo Carlos que condenado injustamente a 30 años de prisión, me decía en la cárcel de Tipitapa, “voy a salir algún día y volveré a manejar el béisbol”, y ahí lo tenemos, aunque atravesando el Niágara en un taburete.
Y hay más, mucho más historias de Carlos como soñador, que este prójimo conoce, hasta llegar a esta reunión realizada en el Estadio Enron Field de Houston, con los principales ejecutivos del equipo y el dirigente pinolero tratando de pintar con el pincel de Rafael, o de Velásquez, la posibilidad que Nicaragua se convierta en una veta inagotable de prospectos para el béisbol organizado.
Habla de los nicas que han estado en las mayores, se refiere a Benard y Padilla, sigue con todos los que batallan en las menores, con la Selección Nacional, con las figuras caseras, con el entusiasmo por el béisbol en nuestro país, miente al asegurar que hay un marcado interés gubernamental, exagera en otros aspectos, pero lo hace con tanta convicción y seriedad, que atrapa el interés de la gente de los Astros.
Consigue algo, exploración del terreno, entrega de utilajes, observación de nuestros peloteros para valorarlos, posibilidad de llegar a convenios consistentes, y salta de la butaca como el ajedrecista que ha tenido éxito con una celada…Le recomiendan el ingreso al béisbol organizado, y durante un buen rato, se exponen las dificultades que se deben superar…Carlos se compromete a multiplicar esfuerzos, a viajar a Nueva York a la oficina del Comisionado, a concederle cierta prioridad en el scouteo a las organizaciones como Arizona y Houston, que pueden colaborar eficazmente con el desarrollo del béisbol en Nicaragua.
“Esto va a caminar rápido. Hay que moverse”, me dice antes de zarpar en busca de programar futuras reuniones con los Marlins.
“Es un momento importante para extremar esfuerzos. Vamos a fortalecer la liga y darle seguimiento a los jóvenes”, expresa, como si viviera en otro país, como si dispusiera de un buen presupuesto, como si se sintiera apoyado por un gobierno cuyo deporte rey es otro que estamos sufriendo, no el béisbol.
Lo veo y es el mismo Carlos vendiendo ilusiones, aunque por supuesto, las perspectivas, las circunstancias y las condiciones son otras, y de eso debe estar claro este soñador incurable que ve el mundo de la manera como desearía que sucediesen las cosas, no de la manera como realmente suceden.
Bueno, a los 68 años, nadie lo va a cambiar.