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Nombre: Reina Isabel Obando Hernández
Edad: 14 añitos
Ocupación: Estudiante y atleta
Hobby: La televisión y los quehaceres domésticos
Idolos: Xiomara Larios
Aspiración: Ser periodista, abogada y competir
en unas Olimpiadas.
Tiene cuatro pares de zapatos y de marcas reconocidas, empero prefiere correr descalza.
Reina Isabel Obando Hernández, es la humilde jovencita nicaragüense de tan sólo 14 años de edad y un talento envidiable para brillar en el atletismo, que acaba de impactar a Centroamérica.
Reina Obando, como sencillamente se le conoce, es medallista de oro en los 1,200 metros del recién concluido Campeonato Centroamericano de Atletismo Juvenil que se celebró en San José, Costa Rica.
En esta cita del istmo Reina, sin usar sus llamativos tenis “Reebok” ni sus “Nike” o “Brooks”, también ganó bronce en los 800 con sus piececitos a la intemperie.
Esto levantó una gran atención y admiración en tierra costarricense donde fue blanco de los elogios de la prensa deportiva local e internacional.
“Es hiperactiva, inquieta, resistente”, dice con orgullo Hugo Vásquez, ex atleta y entrenador de por vida de Obando Hernández.
LA NIÑA DE LOS PIES DESCALZOS
Obando Hernández no puede caminar con sus pies descalzos en la superficie del agua como lo hizo Jesús en el inicio de la Era Cristiana para demostrar su profunda fe.
Sin embargo, generalmente le basta correr sin zapatos sobre las contingencias de la pista para comprobar que tiene mucha materia para llegar tan largo como se lo proponga en el deporte rey de todas las disciplinas olímpicas.
“Así bajo los tiempos, los récords”, revela. “Me siento liviana, vuelo en cada competencia”.
Aún cuando Reina Obando casi siempre lo hace descalza, últimamente ha despertado mayor curiosidad por su coraje para imponerse de forma especial en las pruebas de semifondo 800, 1200, 1500, 3000 y 5000 metros lisos.
En estas especialidades Obando Hernández es verdaderamente la monarca de Nicaragua al implantar su dominio en todas ellas.
“En velocidad no soy buena, tan rápida”, asegura sin perder el timbre de su voz infantil. “Prefiero el semifondo porque conforme se cumplen las vueltas, agarro el paso, subo el ritmo y me vuelvo más resistente”.
UN CASO IRREMEDIABLE
Obando Hernández entrena con zapatos. Sin embargo asume ciertos desafíos descalza, como cuando se inició en el Club La Mascota y lo hacía de igual modo por falta de dinero.
A ella cuando pisa el suelo de las pistas no parece atraparla la modernidad del calzado deportivo con el dominio en el mercado mundial de zuecos prácticamente aereoespaciales.
Resulta curioso que después que los primeros atletas de la Grecia antigua competían incipientemente sin nada que protegiera las plantas de sus pies y desde que el gran Abebe Bikila de Etiopía, impresionó al mundo contemporáneo corriendo descalzo en las Olimpiadas, Reina Obando siga manteniendo esa particular preferencia.
“Me gusta por naturaleza”, asegura acerca de su inclinación mientras se desplaza con las palmas de sus pies, rascando arena y apartando piedras rumbo a la gloria deportiva.
“Así no me ‘chimo’”, agrega.
En medio de esa terquedad se considera que Reina Obando tendrá que empacar un día sus pies entre la suavidad del calzado deportivo.
“Lo ideal es que desde ahora mismo compita protegida en sus pies”, recomienda su entrenador, Vásquez.
“Si sigue así va a perjudicar porque está en desarrollo y tiene un gran futuro”.
DESCALZA POR LAS CIRCUNSTANCIAS
El personaje que nos ocupa, proviene de una familia sencilla, compuesta por seis hermanos más.
Forma parte del clan típico nicaragüense, humilde, pobre y cuyo sustento diario se lo lleva a la boca con grandes sacrificios, trabajando de sol a sol todos los días.
Su mamá Ramona Hernández, es doméstica y hubo un momento en que tuvo que vender tortillas para mantener a sus pequeños cachorros, muchos de ellos Zeneyda, Ermelinda, Juana y Reina, grandes apasionadas del atletismo.
Reina comenzó en la mencionada disciplina deportiva en 1995 luego de que el entrenador Vásquez decidió detectar futuras estrellas en los suburbios marginales del suroriente capitalino, específicamente en el Barrio
Pantasma de Managua.
“Fue en una ‘redada’”, cuenta Vásquez. “Curiosamente me fijé en ella más por su delgadez y pequeño tamaño que por sus verdaderos dones de gran atleta que escondía”.
Inmediatamente después Vásquez se percató de su equivocación o más bien de su consideración.
En ese tiempo jamás pensó que aquella lánguida niñita que corría de un lado a otro, empujada por la energía de los primeros días de vida, se convertiría por el momento en la reina de las pistas.
Para ser más exactos, en la niña de oro con los pies descalzos.