PEDRO J. VINDELL MATUS
GRANADA.- Un llamado a la unidad de los nicaragüenses para la solución de los distintos problemas surgidos en la sociedad, hicieron los sacerdotes que participaron en la clausura del Congreso Eucarístico Nacional iniciado aquí hace ocho días con la presencia del Cardenal Miguel Obando y Bravo y otros miembros de la jerarquía de la Iglesia Católica.
El obispo Leovigildo López Fitoria, al igual que otros sacerdotes, hicieron un llamado vehemente a la unidad de la familia, del matrimonio, de la juventud, de todos los sectores para cumplir con todos los preceptos cristianos.
A pesar de la lluvia de la tarde del domingo, miles de católicos que se congregaron en las plazas inmediatas a la Iglesia Catedral y sus alrededores, se mantuvieron y marcharon por algunas de las principales calles de la ciudad hacia los lugares que fueron ornamentados con altares especiales para recibir al Santísimo que en procesión fue llevado por López Fitoria bajo un palio conducido por fieles creyentes.
Antes por la mañana, en La Catedral, los sacerdotes concelebraron una misa solemne, presidida por el Obispo López Fitoria.
Fieles de todas las Diócesis se hicieron presentes al grandioso evento donde quedó demostrada la fe del pueblo en las distintas actividades enmarcadas en el Jubileo 2000 “Jesucristo Pan para una nueva vida”.
Antes de estas actividades se realizó un ciclo de conferencias que fueron impartidas del 12 al 15 de junio, y el pasado viernes 16 fue celebrada una Liturgia Penitencial, al día siguiente hubo una Adoración Eucarística.
Del 19 al 24 de junio, en cada una de las parroquias de la ciudad y con la participación de la feligresía católica, se efectuaron días eucarísticos especiales.
El domingo se celebró la Fiesta del Corpus que es considerada en Nicaragua un precepto. La gran procesión salió un poco después de las cuatro de la tarde, recorrió las calles y al terminar en la Plaza de La Independencia, en un altar arreglado frente al Palacio Episcopal, el obispo granadino monseñor Leovigildo López Fitoria alzando en sus manos la Sagrada Custodia, impartió la bendición a los fieles y después en la Catedral fue celebrada otra misa vespertina para quienes no pudieron asistir por la mañana.
Durante todas esas actividades, sacerdotes y la feligresía mantuvieron el principio de unidad con el Papa Juan Pablo II en las distintas celebraciones realizadas en Roma en ocasión de un Congreso Eucarístico Internacional.