- “El hecho que un niño no coma bien hace que no se desarrolle, y si va a la escuela no aprende las lecciones y no rendirá en la sociedad, además de carecer de salud no tendrán oportunidades en el mercado”, explicó el director regional del PMA
María Antonia López M.
Nicaragua está clasificada en un “estado de subnutrición” según el informe del Estado de Seguridad Alimentaria de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de 1999.
Un estado de subnutrición es definido cuando las personas no logran ingerir un mínimo de calorías para cubrir la energía que consumen en sus actividades diarias.
De continuar esta situación se corre el riesgo que la nueva generación de nicaragüenses tenga un alto déficit energético y se vean disminuidas las capacidades mentales y físicas de los ciudadanos, lo que afectaría a los individuos y a la nación.
El informe indica que entre el 20 y el 34 por ciento de la población se ubica en la categoría de subnutrición, lo que es descrito como una condición moderadamente alta para los 4.6 millones de habitantes.
Las calorías que ingieren los nicaragüenses se ha reducido debido al poco acceso que se tienen para las carnes, verduras y legumbres.
LA SITUACIÓN VA DE MAL EN PEOR
Según el informe de la FAO entre 1990-92 el porcentaje de nicaragüenses “subnutridos” fue del 29 por ciento, ya entre 1995-97 alcanzó el 31 por ciento y a estas alturas se estima en un techo del 34 por ciento.
Francisco Roque, director regional del Programa Mundial de Alimentos afirmó que occidente y el norte del país, son las más vulnerables en materia de seguridad alimentaria.
Roque afirma que la característica nacional es que los más vulnerables son las mujeres y los niños, ya que cuando hay una cierta cantidad de alimentos se le entrega al que produce (el marido).
“Vemos que es un fenómeno que genera más pobreza. El hecho que un niño no tenga más ingesta calórica y protéica hace que no se desarrolle bien, y si va a la escuela no aprende las lecciones y no rendirá en las sociedades de ahora, además de carecer de salud no tendrán oportunidades en el mercado, son generaciones que quedarán fuera del flujo central de la economía”, reseñó.
Esta situación en el país se experimentará en la otra generación dentro de 20 a 25 años “pero obviamente el deseo es no permitir eso y por eso el PMA prevé un desayuno para los niños, así como proyectos con grupos de mujeres vulnerables, embarazadas y lactantes, creo que son inversiones en salud y educación ineludibles que si no las hacemos lo vamos a pagar una generación después”.