- Uno de los asaltantes pidió un
vaso de agua y después encañonó a un anciano - Policía de Tipitapa los busca por la comisión de varios delitos
GIOVANNA RODRÍGUEZ P.Especial para LA [email protected]
Seis sujetos armados de fusiles AK y vestidos de verde olivo aterrorizaron durante ocho horas a una familia de la comunidad San Ramón, jurisdicción de San Francisco del Carnicero, donde los asaltantes violaron a una señora, robaron y después destazaron cuatro vacas.
“¡No se mueva, este es un asalto!”, fue el grito que la esposa y dos nietos de la familia de Crescencio de Jesús Ordóñez Urbina, de 81 años, nunca olvidará.
Durante unas ocho horas, los asaltantes violaron en varias ocasiones a una mujer de 34 años, escogieron qué articulos robarían, mataron y destazaron cuatro vacas que eran propiedad de Ordóñez Urbina, dándoles primero en la cabeza con un mazo en la cabeza y después cortándoles el cuello.
Con mucho miedo, el anciano intentó defenderse, pero no lo logró porque los sujetos lo dominaron con dos golpes en sus brazos. “Me dijeron que me arrancarían las uñas si hacía algo en contra ellos”, dijo el señor.
A la mujer de 34 años la tiraron en un catre y “tuve que cerrar los ojos, mientras oía su llanto”, manifestó don Crescencio.
El violador enfocaba con una lámpara a don Crescencio y a su esposa, y como la puerta siempre estuvo abierta, miraba rápidamente hacia la calle para asegurarse que todo resultara como habían planeado.
Los otros sujetos revisaron toda la casa y como a la una de la madrugada del 13 de julio, en una lancha roja se fugaron. En la lancha subieron una bicicleta montañera verde, la carne de las vacas paridas, mecates y otras cosas.
Al siguiente día la Policía llegó al lugar a las seis de la mañana y realizó las diligencias debidas, en las que apareció como testigo un joven, quien subido en un árbol a la orilla del Lago de Managua, logró ver a los asaltantes en la lancha.
La Policía de Tipitapa informó que aún investiga el caso, pero ya tiene reconocidos a cuatro sujetos parecidos a los asaltantes.
Don Crescencio dice que ya no duerme porque tiene que vigilar sus otras 35 vacas.
Su esposa con una mirada perdida, aún está adolorida, pero sobre todo triste. Don Crescencio, triste porque presenció la tragedia, que en sus 81años de vida jamás imaginó vivir.