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Política monetaria, inflación y estabilidad macroeconómica

ROMULO SANCHEZ LEYTON La política monetaria es un componente importante en el sistema de la política económica. En la actual política del gobierno, ha tenido y tiene un papel determinante. La política monetaria persigue a través del manejo optimo de las cantidades de dinero, mantener la estabilidad de los precios y favorecer el crecimiento económico. […]

ROMULO SANCHEZ LEYTON

La política monetaria es un componente importante en el sistema de la política económica. En la actual política del gobierno, ha tenido y tiene un papel determinante. La política monetaria persigue a través del manejo optimo de las cantidades de dinero, mantener la estabilidad de los precios y favorecer el crecimiento económico. Tiene que ver con las decisiones que toman las autoridades monetarias para alterar el equilibrio en el mercado de dinero o el tipo de interés. Pueden existir políticas expansivas y contractivas, las primeras aumentan la oferta monetaria y reducen las tasas de interés; las segundas restringen la oferta monetaria y aumentan las tasas de interés, esta última ha marcado la naturaleza del quehacer monetario en Nicaragua en el anterior y el actual gobierno.

Generalmente el portador y ejecutor de la política monetaria es el Banco Central (BC) de cada país, y este está subordinado al ministerio de finanzas o al ministerio de economía. En pocos países se ejerce por un Banco Central de total independencia. En unos países funciona con más independencia que en otros. En los Estados Unidos aunque no gobiernan los republicanos, al frente del Banco de Reserva Federal está Alan Greenspane que no es demócrata.

Entre algunas funciones del Banco Central están: Ser el banco de los bancos; administrar las reservas monetarias; banco emisor de dinero legal; banco del presupuesto público. Es decir, el BC administra el oro, dinero convertible o divisas, Derechos Especiales de Giro etc. Ejerce determinado control sobre los bancos privados a través de la Superintendencia de Bancos y los instrumentos de política monetaria, como el encaje legal, el tipo de cambio, las operaciones de mercado abierto. Es la única institución con derecho a emitir notas de banco.

En Nicaragua ha sido objeto de duras críticas la fragilidad de la independencia del BC. Se ha hablado mucho de los pocos márgenes de autonomía del BC, por el hecho de ser una institución politizada, porque a nivel de dirección tiene sendos compromisos políticos con el gobierno de turno, el presidente aparece muchas veces en lugar de responder de manera técnica las cuestiones de política monetaria, haciendo proselitismo político y eso lo hace quedar mal ante la opinión pública. La política económica, y más aún la monetaria, no puede estar sujeta a los caprichos personales y partidarios de alguien en particular, ella debe tener objetivos precisos y deben combinarse con las urgencias sociales.

En las discusiones teóricas acerca de las causas y consecuencias de la inflación, no existe homogeneidad. Para los monetaristas es la causa de las crisis económicas. Un proceso inflacionario obstruye la posibilidad de los cálculos en los sujetos económicos. Se hace imposible calcular a precios constantes, y debe hacerse en un escenario de fluctuaciones. Con ello se crea inseguridad y afecta la actividad económica. Si la inflación se acelera influye sobre los ahorros y la formación de capital. Estos efectos son más visibles en tiempos de hiperinflación, como ocurrió en la década de los 80. Los propietarios de dinero compran tan rápido como pueden, para que el dinero no pierda valor o cambian en divisas sueldos, salarios, ganancias, etc. Los ahorros se vuelven escasos. El endeudamiento se vuelve fácil y los acreedores son los perdedores. Las tasas de interés suben aceleradamente, esto aleja y frena las inversiones, y es caldo de cultivo de la fuga de capitales. La clásica tesis monetaria que “la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario” es el alfa y omega de la política monetaria.

Los keynesianos ven con ojos positivos una inflación moderada. El nivel de la demanda global rebasa constantemente el nivel de los bienes existentes, y esto hace que las capacidades potenciales de producción continuamente aumenten. La frase de que la inflación está siempre monetariamente condicionada, no es del todo cierto, puesto que puede ser evitada mediante una adecuada política monetaria y además las causas de la inflación pueden ser muy diversas, desde la inflación importada, hasta la estructural.

Es evidente que en las cuestiones de política monetaria el actual gobierno ha tenido resultados satisfactorios pero insuficientes. Los precios han sido controlados a niveles de un dígito de inflación. No obstante la política monetaria continua con el proceso de minidevaluaciones y el poder adquisitivo de sueldos y salarios es cada vez más precario. Se pretende reducir la tasa anual de deslizamiento de 6 por ciento al 3 por ciento este año y esto se pierde con las elevadas tarifas de los servicios básicos. El alza de los precios de los hidrocarburos, el impuestos sobre el consumo de bienes fiscales (cigarros, bebidas gaseosas y alcohólicas) en el mercado doméstico, podría elevar la inflación hasta un 12 por ciento en el presente año. La estabilidad de los precios es un resultado positivo, sin embargo, ha sido rubricado con elevados costos en los sectores populares y la economía. La política monetaria restrictiva ha creado iliquidez en muchos agentes económicos, principalmente en pequeños y medianos productores. Se ha afectado los niveles de producción, porque existe una “sequía financiera” en sectores productivos claves. El precio del dinero es muy elevado y está estrangulando la producción.

La apertura comercial a ultranzas y la desgravación arancelaria no es todo en la estrategia de desarrollo. Debemos diversificar y ser selectivos con nuestras exportaciones, aprovechar y buscar mercados más grandes. Nuestras empresas se desnacionalizan y son absorbidas por transnacionales, aunque parece que esto -en tiempos de globalización-, a nadie le interesa, y es más moderno que nos vendamos al mejor postor.

No es una herejía decir que nuestra moneda está sobrevaluada, reconocer la

necesidad de una devaluación, tendría para el gobierno elevados costos políticos. La sobrevaluación cambiaria, es negativa para la estrategia exportadora, no hace a nuestros productos competitivos, nos afecta la productividad y la eficiencia. Se calcula para el año 2000 un déficit comercial equivalente al 52 por ciento del PIB (US$1,252 millones de dólares).

Estamos importando desde clavos, legumbres y autos lujosos, hasta granos básicos. Supuestamente íbamos a ser de nuevo en el granero de Centroamérica y ha sido sólo una consigna cosmética. Es necesario que la política económica formule y aplique de manera seria la meta de la autosuficiencia alimentaria. La política monetaria ha tenido un sesgo recesivo y paralizante por falta de recursos crediticios. En economías abiertas y diminutas como la nuestra, el crédito nominal deberá tener una tasa de crecimiento similar a la del PIB.

El ajuste y la estabilización de algunas variables macro, ha significado una severa contracción de la economía, elevado desempleo, aumento de la pobreza y esto puede tener consecuencias explosivas sociales y políticas.

Hay que señalar que la brecha de la pobreza, es uno de los principales problemas de la estabilidad macroeconómica y del desarrollo. Es importante no sólo privilegiar los aspectos económicos de conseguir una tasa de inflación de 8 por ciento, crecer un 6 por ciento, sino también hay que prestar atención a los problemas de la justicia social, la calidad del crecimiento y su apropiación, la elevada subutilización de la fuerza de trabajo, los niveles de pobreza y miseria. Todos son interdependientes y no puede haber estabilidad macroeconómica, si la estabilidad política y social es frágil.

Hay que atender el impacto económico de las acciones de política económica y no pasar desapercibidas otras cosas que son prioridades. No hay duda que los ajustes estructurales macroeconómicos han sido dolorosos, porque empeoran la desigualdad, han incrementado el desempleo a pesar de los puestos de trabajo creados. Anualmente la PEA crece en 64,000 personas. Por eso mismo son más necesarias las políticas de empleo, redes sociales que ayuden a mantener el consumo de los más pobres. Los programas impulsados por el FMI en otros países como Corea del Sur, Tailandia, México, Indonesia, países africanos han tenido que incluirse subsidios temporales para productos de la canasta básica, créditos y estipendios para financiar la asistencia a la escuela de niños de escasos recursos, seguros del desempleo, asignaciones de asistencia social, subsidios extraordinarios que permitan a los más pobres acceso a comida y medicinas. Por tanto si somos hábiles negociando, se pueden flexibilizar las condiciones.

Por supuesto que los desafíos de Nicaragua son muchos y no se trata solamente de controlar los agregados monetarios y macroeconómicos, hay que seguir impulsando el crecimiento, con la estabilidad macroeconómica y la equidad en la distribución del ingreso. El crecimiento de la producción es positivo, pero insuficiente y de mala calidad. Entre 1996 y el 2000 crecimos 5.4 por ciento como promedio, el PIB per cápita solamente 2.6 por ciento y duplicarlo significaría esperar unas tres décadas. La estabilidad de los precios no se afianza de forma definitiva y el poder del salario real se erosiona cada día más. Continuamos dependiendo del ahorro externo sin estimular el esfuerzo y el ahorro interno que es de capital importancia. Necesitamos fortalecer el marco judicial y las condiciones para la participación de la inversión privada nacional y extranjera, así como disminuir la corrupción a todos los niveles.

* Catedrático de la UNAN y UCA, Doctor en Economía.  

Economía

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