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El placer de la equitación

Para la próxima clase de equitación, Miriam Ríos García tendrá que llevar galletas a todos sus compañeros. No porque le guste. Es el “castigo” que deberá pagar por caerse del caballo que montó. De jeans y camiseta, montaba un caballo color chocolate. Al tratar de saltar uno de los obstáculos, el animal se rehusó, se […]

Para la próxima clase de equitación, Miriam Ríos García tendrá que llevar galletas a todos sus compañeros. No porque le guste. Es el “castigo” que deberá pagar por caerse del caballo que montó.

De jeans y camiseta, montaba un caballo color chocolate. Al tratar de saltar uno de los obstáculos, el animal se rehusó, se detuvo y Ríos para no caer, se aferró al cuello del caballo. Fue inútil. Cayó al suelo pero no sufrió daños, más que el susto.

Aprendió a montar los caballos de su papá desde que tenía cuatro años. Ahora con veinte años de edad es una profesora de equitación que adora a estos animales pues los considera un ser vivo con tristezas y alegrías como los humanos.

Aunque no niega su deseo de competir internacionalmente, asegura que lo que más le gusta es la “doma de caballo”, más que el salto, porque es un trabajo más relajado que permite comprender al animal y compartir sus emociones.

Por su parte Roy Gaitán Marín, de 24 años, tiene cuatro años de practicar este deporte y es uno de los maestros en la Escuela de Equitación Haras Albanta. En un inicio aceptó el trabajo por el dinero, pero luego le gustó mucho, a tal punto que tiene la esperanza de competir internacionalmente.

“Al principio no sabía nada de caballos, nunca me había montado a uno. Este es un deporte en el que podés proyectarte internacionalmente, de competir, y de convertirte en un profesor reconocido, podés sobresalir tanto como en los otros deportes. Mis proyectos son competir”, asegura lleno de optimismo.

Además de Roy, sus otros hermanos también practican la equitación. Gildana Valdivia Marín, de 19 años, tiene un mes de estar preparándose para ser maestra de niños. Mientras que Gabriela Valdivia Marín, de 14 años, tiene más experiencia y ya ha realizado varias presentaciones en EXPICA.

Henry Eliécer Gaitán Marín también está aprendiendo este deporte, pese a su limitación. Cuando niño una enfermedad lo dejó sin habla y audición, pero su hermano (Roy) a través de señas le indica las figuras que debe hacer con el caballo. “Mi hermano me inspira, ya que nunca se ha amedrentado por su discapacidad, pues trabaja en enderezado y pintura”, asegura Roy.

La Escuela de Equitación Haras Albanta fue fundada hace cinco años por Lorena Mántica, tras conocer en Santa Bárbara, California, al famoso Monty Roberts (el hombre que “habla” con los caballos). “Al inicio pensé que sólo tendríamos unos diez o quince alumnos como máximo, pero poco a poco llegamos hasta setenta”, recuerda.

Los jóvenes y niños conforman el 80% de alumnos de esta escuela, algunos de los cuales apenas cuentan con cuatro años de edad, pero menos de la mitad del total de alumnos son nicaragüenses, pues la mayoría son extranjeros de padres en misión diplomática.

Las clases se imparten durante todo el día, a partir de las seis de la mañana y culminan hasta las ocho de la noche. Cada alumno recibe dos clases durante la semana de una hora de duración por cien dólares.

Según Mántica, la equitación es un deporte que desarrolla la coordinación motora en los niños y ofrece seguridad y valentía. “Aquí han venido muchos niños con diversos traumas y que luego logran superarlos gracias a esto”.

LOS NIVELES DE APRENDIZAJE

Cuando una persona ingresa a la escuela de equitación realiza un examen para colocarlo en un nivel. Existen varios niveles, siendo los principales los cuatro primeros. El primer nivel es el básico donde se aprende sobre el asiento, el jinete, la posición del cuerpo al montar, equilibrio, posición de manos y espalda, y los diferentes “aires” (pasos) que son: paso, trote y galope.

En el segundo nivel se aprende a realizar círculos de veinte metros con el caballo, serpentinas, diagonales, alargamientos o extensiones en los aires, posición de salto, paso sobre trotadores, etc.

En el siguiente nivel se estudia el salto de obstáculo, el trabajo en dos pistas, espalda adentro, grupa afuera, grupa adentro y ceder la pierna. En el cuarto nivel se enseña sobre los saltos de obstáculos con mayores alturas, apoyos, cambios de manos, iniciación en el piafe y trotes.

El pase de un nivel a otro depende de la habilidad del alumno, pero por lo general se realiza al cabo de seis meses. Al mismo tiempo que practican la equitación, también dedican varias horas a la teoría, para aprender la morfología del animal, aseo de establo, problemas de conformación del caballo y su aseo.

Para este deporte se utilizan caballos de raza inglesa, un cuarto de milla, shire, criollos, españoles, trakhenner, appaloosas y american sadhe. Los costos de estos caballos varían entre los 6 mil (si son comprados recién nacidos) hasta los 60 mil dólares. Recientemente Haras Albanta adquirió dos yeguas trakhenner nietas de Abdulah, campeón que ganó la medalla de oro en los juegos olímpicos de Los Angeles en 1984.

Por el momento no existe una tienda en el país donde se puedan comprar todos los accesorios que se utilizan en la equitación, por lo que se tiene que encargar en el exterior. Las monturas sí se pueden comprar aquí y su precio oscila entre los trescientos y mil dólares.

¿La equitación es un

deporte riesgoso?

Habrá muchas personas que opinen que la equitación no es arriesgada, pues un caballo domado cuida de su dueño, que los caballos de salto prácticamente lo hacen todo solos y que es el caballo el que suele salir mal parado en los accidentes y no el jinete. Al mismo tiempo, pueden opinar que es aburrido, sin emoción y que la adrenalina en la sangre se mantiene en sus márgenes normales.

Una investigación realizada por el Centro Americano sobre el Control de Enfermedades, contradice esas afirmaciones al descubrir que es más seguro conducir una moto o pilotear un coche de carreras. El informe asegura que la gente se lesiona con más frecuencia montando a caballo.

Habría que montar en moto durante 7,000 horas antes de lesionarse, pero en cuanto a montar a caballo, sólo son necesarias 350 horas.

La desgracia más probable es caerse del caballo. Los jinetes también suelen colisionar con objetos fijos, suelen ser arrastrados por el suelo con el pie cogido en el estribo, caer quedando atrapado entre el caballo y el suelo, o pueden ser pisados por el caballo, recibir una patada, e incluso ser mordidos.

Las principales causas de muerte en este tipo de accidente suelen ser las lesiones en la cabeza, por lo cual el casco protector se hace imprescindible. Aun así, el encanto de montar a caballo es irresistible, y la equitación es una de las pocas disciplinas en las que cada regla, cada consejo, cada manera de hacer algo está orientado a mantener la seguridad del jinete y su montura.

Historia de las escuelas

de equitación

El conde de Fiaschi fundó su particular escuela de equitación en el año 1539 en la ciudad italiana de Ferrara, y todo apunta a que fue la primera escuela de equitación de la que se tiene noticia.

Fiaschi también expuso sus conocimientos y sus experiencias vividas junto a los caballos en diversos escritos. Tenía como fieles alumnos a Federico Grisone y Juan B. Pignatelli, que le sucedieron en sus teorías y en sus prácticas, y más tarde se trasladaron a Nápoles. Entonces ya se había conseguido crear la Escuela Italiana, a la que acudían los hijos de las mejores familias francesas y alemanas, y ésta fue la base de la creación de otras escuelas en dichos países, en especial la francesa de La Broue y La Baume.

Pero entretanto surgió una escuela que hizo historia y que se mantiene en nuestros días: la clásica Alta Escuela Española de Viena. Fue creada en el año 1572. Fue en esta época el momento en que más se escribió sobre la hípica y la equitación. Estas constituyeron, junto con el deporte o arte de la esgrima y más tarde la gimnasia, los conceptos básicos de lo que debía de ser el deporte del mundo.

Cada país realizaba sus estudios y fundaba sus escuelas de equitación. España también tuvo maestros en las prácticas hípicas, y en muchos casos, los conocimientos y las bases españolas sirvieron de iniciación a los escritos extranjeros.

Pero el país que más preocupación demostró respecto a la monta fue Francia. A partir de 1600 buscaba nuevas fórmulas y tal vez encontró el mejor sistema, basado en movimientos muy suaves. Los franceses fueron depurando la técnica que entonces se consideró como el estilo moderno y hoy aún prevalece.

Se crearon los picadero-escuelas de Versalles y las Tullerías, y países como España, Portugal y Alemania empezaron a seguir el ejemplo, creando escuelas con peculiaridades propias pero bajo la influencia francesa. No obstante cada escuela publicaba libros en los que aunque exponían realidades técnicas extranjeras, mantenían sus propios conceptos y defendían sus convicciones clásicas.

Por lo tanto, el siglo XVIII trajo consigo una preocupación y esmero en la preparación del caballo y en los antiguos sistemas de doma, pues se buscó la cadencia de la marcha y la flexibilidad en el manejo del corcel, y el movimiento de adorno hizo que surgiera la verdadera doma del noble bruto.

Francia siempre mantuvo la cabeza en los estudios ecuestres, con sus escuelas de Versalles, de caballería ligera y la de Saumur, y empezó una nueva era: la militar exenta de florituras para dar a la equitación una forma castrense.

De esta forma, el panorama ecuestre hasta tal vez 1920 estaba dominado por la clase militar. Los jóvenes oficiales de la Escuela de Saumur se imponían por doquier hasta que se empezó a despertar el interés entre la población civil. A partir de ese año los jinetes civiles confirmaron su aparición en los concursos hípicos.

La caballería militar tocaba a su fin con la aparición de la caballería motorizada, y ello motivo el que la equitación terminase de orientarse deportivamente. Actualmente, aunque existen militares que dominan el arte ecuestre, el elemento civil impone criterios propios y a él le corresponde buena parte del resurgimiento competitivo en lo ecuestre.

(Fuente Internet)

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