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La convención nacional del sector privado

Juan Fernando Ramírez A. A buena hora ha resurgido el planteamiento del COSEP de realizar la Segunda Convención Nacional del Sector Privado que aborde los temas más preponderantes de la vida económica nacional y analice los retos y amenazas que enfrentan las empresas nicaragüenses ante el inicio del nuevo milenio. Esta iniciativa, donde el sector […]

Juan Fernando Ramírez A.

A buena hora ha resurgido el planteamiento del COSEP de realizar la Segunda Convención Nacional del Sector Privado que aborde los temas más preponderantes de la vida económica nacional y analice los retos y amenazas que enfrentan las empresas nicaragüenses ante el inicio del nuevo milenio.

Esta iniciativa, donde el sector privado nicaragüense está realizando un ejercicio serio de pensamiento que logre identificar en base a la situación actual nacional y al contexto internacional, las mejores rutas de acción para el país en el campo económico y empresarial.

Como resultado se obtendrá una visión unificada que propicie un entendimiento con el gobierno y la sociedad civil sobre una estrategia nacional de desarrollo económico que tenga como eje fundamental al sector privado nacional.

Este curso de acción no es fácil pero ha sido el procedimiento que han utilizado los países que han logrado salir del subdesarrollo y modernizarse. Como ha dicho anteriormente Michael Porter, “las políticas macroeconómicas son importantes pero son iguales o más importantes las bases microeconómicas del desarrollo enraizadas en las estrategias empresariales e institucionales y los recursos y políticas que constituyen el ambiente en el cual compiten las empresas”.

El punto es que “entender” que se debe de hacer en lo macroeconómico no es suficiente, tan o más importante es lograr “cambiar las cosas” en lo microeconómico. No obstante, esto no se puede hacer si existen dos o más “paradigmas” sobre la competitividad (sectores empresariales, gobierno, comunidad política, etc.) lo que alimenta un lenguaje diferente de la problemática y forma un ambiente de desconfianza (a la defensiva) que imposibilita lograr el cambio que necesita Nicaragua, como es la formación continua de riqueza y bienestar a través de la inversión privada y el desarrollo empresarial.

Para bien o para mal, los paradigmas globales para lograr la creación de riqueza han cambiado totalmente con el advenimiento de la era de la información. Muchos de estos cambios no han podido ser identificados por una gran parte del liderazgo empresarial y político de Nicaragua, y permanecen arcaicas formas de pensar, se utilizan lenguajes obsoletos para analizar la situación y se mal gastan recursos y oportunidades para lograrlo.

Los “programas de competitividad” no deben ser vistos como un mero ejercicio académico, ni como un negocio de consultores con seminarios enlatados, sino más bien como una clara oportunidad para comenzar a cambiar las cosas. Los sectores empresariales organizados deberíamos de ser los más interesados y los responsables de impulsar con todas sus fuerzas estos programas.

La Segunda Convención Nacional del Sector Privado pudiera propiciar y darle legitimidad a un involucramiento más serio, un compromiso más profundo del sector privado en los programas de competitividad.

No es raro que los cambios en los paradigmas sean motivados por la formación de un nivel de “tensión” suficiente que motive a los actores involucrados a propiciar el cambio. El Huracán Mitch pudo haber creado este ambiente, que como decía en ese entonces el Dr. Silvio De Franco pudiera “desaprovecharse” y tal parece se ha desperdiciado esta oportunidad.

La actual recesión económica, que se evidencia en todos los sectores y tiene raíces estructurales, conjugándose con el abandono por parte del Gobierno de la Iniciativa para países Altamente Endeudados, ha creado otro alto nivel de tensión que pudiera propiciar un compromiso serio de diálogo sostenido.

El liderazgo empresarial y político debe tener receptividad para cambiar primero “la forma” de ver la situación. Los académicos y consultores ayudar a proveer la información y las técnicas para instrumentalizar el cambio de paradigmas; y los líderes políticos y funcionarios del gobierno el propósito moral y la capacidad para lograrlo.

El Gobierno debe abandonar la mentalidad de que las pre-convenciones y convenciones nacionales del sector privado constituyen un “juicio político” a su gestión. Las críticas que pudieran surgir en esas reuniones abiertas constituyen parte del “sentir” de los empresarios nicaragüenses y corresponde al liderazgo empresarial encauzarlas de forma apropiada.

En una sociedad democrática, los gremios tienen todo el derecho y el deber patriótico de realizar análisis y sugerencias sobre como debería de encauzarse las políticas que promuevan un mayor crecimiento y desarrollo económico, y esto no significa querer “co-gobernar” con el partido de gobierno y sus aliados. Los procesos de “deliberación” sobre políticas y leyes son inclusivos en los países avanzados, todo lo contrario de lo que ha ocurrido en Nicaragua donde las políticas económicas se aplican “a quemarropa”, sin consultas verdaderas.

Un paso positivo que COSEP ha visto con buenos ojos es el llamado que la Presidencia de la República ha hecho a cada Cámara para reunirse y tocar los puntos de cada sector. Esto reafirma el interés que ha tenido COSEP de un mayor contacto y de una agenda más detallada con el Ejecutivo, sin menoscabar la unidad inquebrantable alrededor de su Consejo Superior.

Es casi seguro que de la “Segunda Convención Nacional del Sector Privado” salga algo más que la tradicional preocupación por pedir “ventajas” para cada sector y nazca la necesidad de organizar procesos y programas que eduquen, entrenen e inspiren al liderazgo a desarrollar verdaderas estrategias competitivas, que le permita al país comenzar a producir riqueza agregando valor, produciendo para los mercados internacionales productos y servicios nuevos, que saquen a Nicaragua del rol centenario de productor de materias primas de decadente valor.

El reto ésta planteado. El sector privado a través del COSEP ha empezado a realizar pre-convenciones en los Departamentos para llegar con un mayor consenso y compromiso del empresariado nacional y mayor representatividad. Hay muchas expectativas con la Gran Convención y el sector privado está contra la pared, sin otra alternativa que una posición unificada y congruente con sus principios. Los empresarios tenemos un reto histórico.

Director de COSEP y APENN.  

Economía

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