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“Estirpe sangrienta”

Las declaraciones que publicamos la semana pasada del ex coronel de la Guardia Nacional Anastasio Somoza Portocarrero, han producido sentimientos diversos y reacciones encontradas entre los lectores de LA PRENSA.

Una de las principales reacciones ha sido de repudio a las declaraciones de Somoza Portocarrero y de condena a la dictadura somocista que gobernó sin piedad desde 1936 hasta 1979. En este orden algunas personas también han criticado a LA PRENSA porque consideran que con esa entrevista promovemos la figura de “El Chigüín” y exoneramos al somocismo de los muchos crímenes que cometieron contra el pueblo.

Otros lectores de LA PRENSA de dentro y fuera del país han reaccionado de forma entusiasta a la publicación de las declaraciones del antiguo jefe de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), al que consideran poco menos que como héroe nacional y paladín del pueblo nicaragüense.

Y también muchos lectores han valorado la publicación de las declaraciones de Somoza Portocarrero como algo de mucho valor para la desmitificación de una familia que para mal y para bien dominó el escenario nacional durante medio siglo. Por lo tanto estiman que esta publicación contribuye al conocimiento y dilucidación de aspectos enconados del proceso histórico nicaragüense. Por cierto que el mismo Somoza Portocarrero llamó a LA PRENSA para protestar por la publicación, junto con sus declaraciones, de testimonios sobre algunos de los crímenes que se le imputan al somocismo y a él en lo personal como jefe que fue de la temida EEBI. E inclusive, un académico nicaragüense de la comunicación social criticó en privado, como “falta de cortesía”, el acompañamiento de las declaraciones de Somoza Portocarrero con documentación y testimonios desfavorables al entrevistado.

Al respecto debemos explicar que nuestra obligación es presentar estos temas en su contexto, con información complementaria acerca de los hechos ocurridos y con las versiones y puntos de vista diversos y contrarios, porque eso es lo que necesitan los lectores para hacer sus respectivas valoraciones y sacar sus propias conclusiones.

En realidad, LA PRENSA no tiene ningún interés ni intención de presentar la información sobre el señor Anastasio Somoza Portocarrero -ni sobre ningún otro personaje controversial de la historia nacional, vivo o desaparecido-, de una manera favorable ni desfavorable, para exaltarlo ni para envilecerlo. Nuestra obligación es presentar los hechos históricos y actuales tal como fueron o son, y a los personajes tal como los ha registrado la historia y los recuerdan los testigos, o así como ellos mismos se presentan en sus declaraciones las cuales es a los lectores a quienes corresponde juzgar.

La opinión de LA PRENSA sobre el somocismo y los Somoza la hemos expuesto siempre con mucha claridad en esta sección editorial, que es donde corresponde. Y al respecto de las declaraciones del señor Somoza Portocarrero, nuestra opinión es que él trata de justificar en términos generales al régimen somocista, pretende demostrar que es honrado el origen de la multimillonaria fortuna de la familia Somoza, niega que hubieran cometido crímenes de guerra ni de lesa humanidad. Y trata de culpar a los Estados Unidos y al partido liberal de los “errores” del somocismo, aunque al final pide perdón al pueblo nicaragüense por los daños y males que su familia pudo haberle causado mientras estuvieron en el poder.

Los lectores de LA PRENSA deben juzgar y decidir si el señor Somoza Portocarrero es sincero en sus declaraciones. En lo que a nosotros respecta, nuestra opinión sobre el somocismo se basa en una dilatada y dolorosa experiencia de censuras, encarcelamientos y torturas de sus periodistas y funcionarios, cierres del periódico, destrucción de sus instalaciones, e inclusive el asesinato de su Director Mártir, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, quien fue asesinado por la dictadura somocista aunque ningún miembro de la familia Somoza lo haya matado personalmente y con sus propias manos.

De veras que no fue en balde que Pedro Joaquín Chamorro Cardenal calificó para siempre a los Somoza como una “estirpe sangrienta”.  

Editorial
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