A: Mikent
Eres lindo desde los pies
hasta el final de tu cabellera,
negra, suave y perfumada, con la que
tanto sueñan muchas amadas.
Tus ojos, esos ojos negros intensos como la noche,
atrayentes y seductores, que a los míos
tienen presos y a otros enloquecedores.
Tu boca es una dulzura, donde tus labios son como dos
pétalos de color de rosa de los cuales
brotan besos que a mí, y a cualquiera
volverían loca.
Tus sentimientos, qué puedo decir yo
de tus sentimientos, que tu ser
no haya ya demostrado, y cómo no
hacerlo, si son tan puros y tan tiernos,
que ni en un millón de estrellas
se podrían esconder.
Tu sonrisa, tu linda sonrisa
cómo olvidarla,
cómo tratar de ignorarla,
si hasta cuando estoy molesta
me sonrío en sólo pensar en ella,
y cómo no hacerlo
si en cada niño que veo reír estás tú.
Tus besos, tus dulces besos,
¡Ahh…! esos besos, que son como escaparse
de un mundo en que se suspira por
última vez y en que se vive por volverte a besar.
Tu silencio, todos llenos de palabras,
palabras que no se escuchan, pero sí se oyen,
palabras que no se dicen, pero sí se expresan,
palabras que no existen pero sí viven,
palabras que no se lleva el viento,
pero sí tu corazón.
Tu mente, la digna de toda tu admiración,
la que te ha llevado hasta donde estás,
con mucho esfuerzo y voluntad,
la que te ha llevado a razonar,
como el niño que fuiste,
como el joven que eres,
y al hombre que serás.
Tu ser todo tu ser, de piel canela, de piel embriagadora,
de labios de fresa, de ojos de noches,
de manos de hombre de nariz angelical,
de mente sobresaliente, de cabello azabache,
de dientes de marfil, tu ser
de lo que dependen, muchos existir.
Tania