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Malacatoya se ha caracterizado por la laboriosidad de sus habitantes, lo que ha permitido que esta zona sea próspera en la producción de granos básicos, especialmente arroz. LA PRENSA/ARCHIVO.

Malacatoya produce más

Malacatoya es una comunidad de gente muy trabajadora, lo que les ha permitido tener una buena producción de granos básicos, principalmente arroz. Sus habitantes consideran que el desarrollo alcanzado es suficiente para que su comunidad sea elevada a categoría de municipio Malacatoya avanza, pero espera de las autoridades municipales y del Gobierno Central una mayor […]

  • Malacatoya es una comunidad de gente muy trabajadora, lo que les ha permitido tener una buena producción de granos básicos, principalmente arroz. Sus habitantes consideran que el desarrollo alcanzado es suficiente para que su comunidad sea elevada a categoría de municipio
  • Malacatoya avanza, pero espera de las autoridades municipales y del Gobierno Central una mayor atención, en vez de que sólo se acerquen cuando se llevan a cabo las campañas electorales. “Aquí hay muchas cosas que hacer”, dice Muñoz

Pedro J. Vindell Matus – [email protected]

GRANADA.- Aunque ahora vive en Granada, don Fernando López Miranda, conocido cariñosamente como “El Cabo”, se define como un legítimo hijo de Malacatoya con profundas raíces en la tierra que le vio nacer. Sus mejores recuerdos de infancia y juventud están en ese lugar, ubicado a 25 kilómetros al noreste de la Gran Sultana.

“El Cabo” acomoda sus 67 años en su silla mecedora para contarnos los recuerdos que tiene de su lugar de origen “porque jamás he perdido mis vínculos con el lugar donde dejé mi ombligo”.

Recuerda la época en que las casas eran de tabla; de cuando el General Emiliano Chamorro visitaba el lugar para pasar vacaciones y ayudar a los pobladores, a las familias sobresalientes, como la de don Andrés Enríquez; a su abuelo Ponciano López quien era un prominente talabartero, oficio que heredó a su hijo Rómulo, quien también se convirtió en una excelente dibujante del cuero artístico.

Su mente se traslada a los años 40 cuando los Muñoz, una familia adinerada, mantenía entre 300 a 400 jicotes de abeja para sacar la rica miel, o para recordar a don Agustín Castillo y su esposa doña María Castillo de Castillo que tuvieron un emporio comercial para abastecer al pueblo.

También se le vienen a la mente aquellos tiempos cuando en el matadero se destazaba tres veces por semana o personajes como don Juan Jaime que le dio brillo a las fiestas del Patrón de Malacatoya.

Hace más de 50 años Malacatoya ofrecía un panorama más hospitalario y la hacienda Santa Lastenia recibía a los veraneantes en la Semana Santa, mientras que en el invierno para poder cruzarse el caudaloso río se tenían que utilizar lanchitas y pipantes.

En aquellos tiempos en Malacatoya abundaba el queso, la leche, el maíz, las hortalizas, productos que se sacaban en carretas haladas por bueyes, recuerda “El Cabo”.

Ahora es un gran emporio arrocero y otros se dedican a la ganadería. “La verdad es que Malacatoya siempre ha sido próspera y su gente muy trabajadora”.

En aquellos tiempos –dice López Miranda– “las casas eran de tabla, techo de paja o de teja, piso de tierra. Ahora hay modernas construcciones de ladrillo de barro, de bloques de cemento, de buena madera. El comercio ha crecido y abundan las pulperías. Su gente vive en contacto con Chontales de donde llegan los vehículos con pasajeros, comerciantes y carga hasta Granada”.

“El Cabo” no puede dejar de mencionar a Francisco Noguera un “especialista en medicina”, un autodidacta que leía mucho y le ayudó a mucha gente a curarse de sus enfermedades. Tampoco puede olvidar a aquel primer profesor, Valentín López, que preparaba a los chavalos para que llegaran a segundo y tercer grado a la ciudad. Ahora hay un centro de secundaria que en su honor lleva su nombre.

Alejandro Muñoz Gaitán, de la comunidad de Tepalón, en la misma zona, a sus 55 años, se enorgullece de haber nacido y de vivir en Malacatoya, una tierra con muchas perspectivas si los Organismos No Gubernamentales (ONG) le siguen ayudando a levantarse en la producción agrícola y en la construcción de modernas viviendas como en los asentamientos Santa Ana y Los Angeles, especialmente para aquellas familias afectadas por el Huracán Mitch hace dos años.

“Aquí producimos perecederos, pero también se cultiva maíz, algodón y arroz, principal rubro. La gente se siente más motivada; hoy en día hay bastantes logros, tenemos agua potable y energía eléctrica, un centro de salud, aunque se hace necesario que un médico y una enfermera se queden los fines de semana”, dice Gaitán.

Está convencido que el progreso se lo deben a los antepasados, quienes a pesar que no había carreteras como ahora, trabajaron mucho para salir adelante.

Pablo Muñoz señala que han logrado mucho desarrollo, el suficiente para aspirar a ser un municipio, lo que a su juicio les permitiría avanzar más.

Agrega que ahora hay más escuelas porque países amigos y Organismos No Gubernamentales están contribuyendo con la educación así como en la construcción de viviendas.

En sus 44 años –señala– la población ha aumentado hasta en 12 mil habitantes, pero aún existe el problema de que en una casa viven hasta dos y cuatro familias.

Malacatoya avanza, pero espera de las autoridades municipales y del Gobierno Central una mayor atención, en vez de que sólo se acerquen cuando se llevan a cabo las campañas electorales. “Aquí hay muchas cosas que hacer”, dice Muñoz.  

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