- Médicos los recomiendan de forma indiscriminada y fortalecen a las bacterias mortíferas
Karla Marenco L. [email protected]
La mala prescripción médica, el abuso de los antibióticos, la automedicación y la limitada oferta de nuevos medicamentos para combatir a las enfermedades infecciosas, está provocando que las bacterias creen sus propias barreras de protección y le estén ganando la guerra a los medicamentos considerados más poderosos.
El infectólogo Guillermo Porras, delegado para Nicaragua de la Asociación Panamericana de Infectología (API), expresó que estudios realizados por el Ministerio de Salud (Minsa) revelan que un 30% de las recetas de antibióticos que dan los hospitales públicos, no son adecuados para los pacientes y crean resistencia de las bacterias.
En muchos casos, los recetan debido a la mala calidad de los exámenes de microbiología, el miedo de los médicos de enfrentarse a una demanda por no haber recetado medicamentos a los pacientes de manera oportuna, y la “presión comercial” de la industria farmacéutica para vender sus productos, aunque los pacientes no los necesiten.
Estudios epidemiológicos señalan que la transmisión de muchas enfermedades infecciosas ocurre de paciente a paciente, dentro de los propios hospitales, en parte por el uso excesivo e inapropiado de antimicrobianos, la interpretación inadecuada de pacientes con bacterias resistentes y la falta de higiene y vigilancia de los microorganismos en el laboratorio.
El tema fue objeto de intensos debates entre microbiólogos, infectólogos e investigadores centroamericanos y del Caribe, que realizaron en Managua el primer Taller sobre Resistencia Bacteriana.
Los participantes concluyeron que se necesita una red de vigilancia en la región para compartir información, identificar los problemas y buscar soluciones con ayuda de la industria farmacéutica, organismos y asociaciones que trabajan en el tema.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que la guerra contra las infecciones puede perderse en los próximos diez o veinte años, por la falta de vacunas para los casos más mortíferos como el VHI/SIDA, la tuberculosis, paludismo, neumonía e infecciones urinarias.
Los microbios se están renovando y el problema está afectando a países pobres y ricos. Según la OMS, hacen falta dos décadas de investigaciones e inversiones por 500 millones de dólares para lograr otros remedios efectivos.