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Una vez que encuentran una mina, los soldados miembros del Cuerpo de Ingenieros del Ejército nicaragüense se encargan de hacerlas detonar a fin de prevenir la muerte de civiles. LA PRENSA/ESQUIVEL.

Desminado, a paso lento pero seguro

Lluvias de segunda mitad del invierno han dificultado la labor de los ingenieros Nicaragua es el único país en Latinoamérica que está destruyendo las minas que tiene almacenadas en el arsenal y en 1998 firmó en Canadá el “Tratado de Ottawa”, donde 132 países del mundo se comprometieron a desminar sus territorios y “a no […]

  • Lluvias de segunda mitad del invierno han dificultado la labor de los ingenieros
  • Nicaragua es el único país en Latinoamérica que está destruyendo las minas que tiene almacenadas en el arsenal y en 1998 firmó en Canadá el “Tratado de Ottawa”, donde 132 países del mundo se comprometieron a desminar sus territorios y “a no volver a adquirir este tipo de material bélico”

Juan Ignacio Rosales juanignacio.rosales@laprensa

Debido a que las lluvias se están acentuando en el país, el Programa Nacional de Desminado “avanzará a paso lento, pero seguro”, dijo el teniente coronel Spiro Bassy, jefe del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Nicaragua.

“Cuando llueve, los trabajos de desminado no se pueden realizar porque a la hora de un accidente los helicópteros no podrían entrar al terreno y las condiciones son malas”, explicó Bassy.

El teniente coronel Bassy dijo que dicho programa constituye una misión militar de carácter humanitario donde los soldados arriesgan sus vidas para poner a salvo otras.

“Además de los ingenieros en el terreno, contamos con la ayuda de los pobladores de la zona que nos dicen en qué lugar ellos vieron o colocaron minas, porque algunos de ellos pertenecieron en los años 80 a la Resistencia Nacional o al Ejército”, anotó.

Asimismo, dijo que Nicaragua es el único país en Latinoamérica que está destruyendo las minas que tiene almacenadas en el arsenal y en 1998 firmó en Canadá el “Tratado de Ottawa”, donde 132 países del mundo se comprometieron a desminar sus territorios y “a no volver a adquirir este tipo de material bélico”.

El Programa de Desminado inició en 1989 y tiene programado finalizar en el año 2004. En lo que va del programa se registran 14 accidentes, que dejan como saldo siete ingenieros del Ejército muertos y 17 heridos, de los cuales todos han recibido sus respectivas indemnizaciones. Los familiares de los soldados muertos reciben hasta 40,000 dólares, dijo Bassy.

Por su parte, el mayor Orlando Vargas Vélez, jefe de Operaciones y Planes del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, dijo que las lluvias les hacen el trabajo más peligroso a los ingenieros “porque una corriente puede arrastrar una mina, dejar descubierto un detonador y un resbalón en el lodo de un terreno minado sería fatal”.

En tanto, el capitán Ramón Quiñónez, encargado de dirigir al pelotón de ingenieros que desminan seis kilómetros cerca de la pista aérea de “Panchito”, ubicada en el Municipio de San Francisco Libre, a unos 70 kilómetros al sudeste de Managua, explicó que “estamos realizando una campaña de sensibilización en la sociedad para que tomen en cuenta los avisos que colocamos y no dejen a su ganado vagar cerca del campo minado”.

El capitán Quiñónez agregó que en los últimos dos meses tres caballos y cuatro vacas han pisado minas, “lo que muchas veces pone en riesgo a los dueños cuando quieren sacar a sus animales”.

HEROES ANONIMOS

Uno de los trabajos más peligrosos que realizan los soldados de cualquier ejército en el mundo, es el de desactivar minas. Un error, un descuido o mal cálculo puede significar la muerte.

María Osorio, quien vive cerca del campo minado de “Panchito”, en San Francisco del Carnicero, considera que “estos muchachos son héroes que a diario arriesgan sus vidas para poner a salvo la de nosotros para poder cultivar la tierra con tranquilidad”.

En ese sentido, el soldado José Rafael Marchena (24) detectorista, afirmó que “si nosotros no lo hacemos: ¿quién lo va a hacer? Estamos conscientes de los riesgos, pero lo hacemos de manera voluntaria y por nuestro país”.

Marchena, originario de Managua, padre de tres menores, ingresó al Ejército a los 15 años y tiene siete de estar desminando, relató que dentro de las experiencias que más le han impactado, está el accidente que sufrió el ex jefe de escuadra, Vladimir Palacios.

“Estábamos en El Cacao, Jinotega. Ibamos a quitar unos explosivos de la torre de alta tensión número 74. Vladimir estaba limpiando el terreno con un machete y la herramienta pegó contra una espoleta y estalló una mina”.

“Vladimir quedó con los ojos ensangrentados, ciego. Yo fui a parar casi al pie del cerro, quedé aturdido, pero después subí a rescatarlo”, relató.

Por otra parte, el sargento y jefe de escuadra, Carlos Batres (32) originario de Somotillo y padre de siete niños, dijo que “he visto ocho accidentes, he estado en cuatro y me da mucha rabia cuando suceden porque no podemos hacer mucho por los compañeros”.  

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