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Sé compañera no juez

Estimada Psicóloga: Necesito de su consejo para tomar una decisión muy importante en mi vida. Tengo 19 años de edad y tengo exactamente 5 años y dos meses de estar de novia con un muchacho de 27; él era para mí el hombre perfecto, ya que mis amigas me decían que no se explicaban cómo […]

Estimada Psicóloga: Necesito de su consejo para tomar una decisión muy importante en mi vida.

Tengo 19 años de edad y tengo exactamente 5 años y dos meses de estar de novia con un muchacho de 27; él era para mí el hombre perfecto, ya que mis amigas me decían que no se explicaban cómo un hombre teniendo tantas oportunidades de serle infiel a su novia no lo hacía.

El me enseñaba cartas que le enviaron muchas jóvenes declarándole su amor, cuando salimos no vuelve a ver a otra más que a mí, se olvidó de sus amigos por mí, pero yo hice lo mismo, sólo salía con él y con nadie más, éramos el uno para el otro. Hasta que hace un año me vine a estudiar a Managua y él se quedó en Somoto.

Hasta teníamos planes de casarnos, pero este año él consiguió un trabajo y conoció a una muchacha de Managua que está estudiando cuarto año de medicina, y tiene un novio que es abogado con el cual tiene relaciones hace tres años.

Cuándo llegué a Somoto una amiga me contó que había visto a mi novio muy entusiasmado con esta muchacha. Le reclamé. Me respondió enfurecido que no lo dejaba tener amigos, ni salir, lo que me enojó mucho.

Además él nunca había ido a una fiesta sin mí y esa vez fue con todo el grupo de trabajo, en donde por supuesto estaba ella.

Decidí terminar con él, porque no podía estar con una persona que no era sincera, él me pidió llorando que no lo dejara, que lo perdonara.

Yo lo quiero tanto que decidí darle tiempo al tiempo, pero cada día que pasa, cuando lo veo es un martirio, ya que se me vienen a la mente los momentos felices que él pudo haber pasado con ella (aunque él lo niegue).

Respuesta: Tener pareja nunca significó perder la libertad, los espacios, ni los (as) amigos (as), pero algo de ello se concede por los mutuos intereses, se convierte entonces en un asunto que se negocia nunca se impone.

Lo que me planteas en tu carta se parece más a lo que se llama una relación simbiótica más que a una relación sana. Este fenómeno se da cuando dos personas se juntan formando una personalidad interdependiente creyendo que se complementan o se aman cuando la realidad es que sólo se necesitan para resolver sus propias limitaciones. Aprenden de esta manera a depender el uno del otro y a sentir que no son nada ni pueden hacer nada sin el (la) otro (a).

Convierten entonces la relación en una situación asfixiante, pretendiendo controlar todas las actividades, pensamientos y sentimientos del compañero (a).

Ante esto te pregunto: ¿qué es la confianza para vos?

Por ser seres sociales, cada día estamos expuestos a conocer a alguien, impresionarnos por algo, gustar de otra persona, pero va a ser la calidad del sentimiento hacia el otro (a), el compromiso asumido y nuestra lealtad, lo que nos hará retractarnos de cualquier amenaza a nuestra relación.

Debes aprender a integrar a tu vida esa cualidad sana, pero empezando por confiar en vos misma, en tu capacidad de poder mantener a una persona interesada en vos, de sentirte gustada, deseada; cree en tu inteligencia, abrí espacios para aprender a escuchar antes de opinar.

Cinco años te dan suficientes argumentos para que pongas en una balanza cuál ha sido el comportamiento de él hacia la relación en todo este tiempo. Sé compañera no juez, da sugerencias, no impongás tu criterio, sé observadora, analiza y pedí respuestas cuando tu inquietud sea más que una duda pero con argumentos lógicos en mano.

Es importante que recuerdes que ni él es dueño de tu vida, ni vos de la de él, son sólo una parte de ésta. Tu relación será más rica y duradera en la medida en que él y vos respeten su individualidad. Ten muy en cuenta que una relación no se sostiene si lo que en ella predomina es desconfianza.

Lic. Karla Olivares Pérez

Psicóloga Integral

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