Karla Marenco [email protected]
Desde que los médicos le comunicaron a Cándida Oporta Valdez que sus niños eran siameses y que ello implicaba muy pocas posibilidades de vida, ella comenzó a pensar que cuando sus pequeños nacieran, ya tenía que estar resignada a perderlos.
El momento del nacimiento llegó antes de lo previsto, a los ocho meses de gestación. La noche del martes a las 18 horas con 50 minutos, los pequeños vinieron al mundo por medio de una cesárea practicada por un equipo de médicos en el Hospital Bertha Calderón.
Visiblemente afectada y triste al punto de no querer casi ni hablar, Cándida dijo a LA PRENSA que aunque está preparada “me siendo muy mal, quisiera todo (para que sus niños se salven) pero no se puede hacer nada, ellos se van a morir”, sostuvo mientras una pequeña lágrima se deslizaba en su ojo izquierdo.
Cándida es una típica madre soltera nicaragüense. Apenas tiene 20 años y ya ha pasado por tres embarazos. La primera niña que tuvo a los 16 años, murió a los pocos días de nacida.
Su segundo parto, también normal, fue el de su niña de dos años, Ana Patricia que actualmente vive con ella en el barrio Las Torres, en Managua.
La joven mantiene a su niña con el dinero que obtiene ayudándole a vender comida a una tía con quien vive. Su madre habita en Boaco y es la que está pendiente de ella pues está internada en la Sala de Post-Quirúrgico del Bertha Calderón.
Cándida dice que el padre de su niña y también de los siameses, la abandonó por un pleito que tuvieron, pero ella no sabía que estaba embarazada. Su ex compañero se fue a trabajar a Costa Rica sin saber del acontecimiento.