Adolfo Olivas Olivas – [email protected]
ESTELI.- Ancestralmente las mujeres de los pueblos aborígenes eran las encargadas de abastecer el hogar de todo lo indispensable para preparar y conservar alimentos y bebidas.
La alfarería es una tradición que todavía palpita en el corazón de “La Tierra de los Comales”, compitiendo con los utensilios de metal, plástico y cristal, gracias a la voluntad de mujeres que laboran con abnegación para sobrevivir y aportar ingresos a la familia.
Ducuale Grande, a cuatro kilómetros de Condega, es la comunidad por excelencia en la elaboración de cerámica y otras artesanías, conservando el legado de sus ancestros.
La alfarera María García Ramos, expresa que materiales como el barro y la arcilla de colores verde claro y rojo son traídos de Santa Clara (San Fernando), Mozonte y Yalagüina para mezclarlos con la materia prima local.
Las artesanas elaboran objetos como ‘cubul’, búho, floreros, jarrones, ovoides, cafeteras, azucareras, picheles, bandejas, panas, tazas, vasos, maceteras, platos, ceniceros, aretes o chapas y otras creaciones que comercializan en Nicaragua y fuera del país.
Las artesanas para dar belleza a sus productos utilizan tierra colorada especialmente el contil que adquieren de la quema en los hornos y piedras seleccionadas para alisar y pulir las obras fabricadas.
“En Ducuale Grande, cada casa es un taller de artesanía, que nos han heredado nuestros antepasados”, señala doña Asunción Córdoba de 62 años que trabaja el barro desde su infancia, “porque el barro nos alimenta, nos sana y nos viste”, sostiene.