Edgard Rodríguez c. [email protected]
Más allá de las razonables críticas que la liga de béisbol nacional pueda recibir por su mera expresión mercantil, está siempre el espíritu de un campeonato capaz de generar momentos extraordinarios grabados a fuego en la memoria de los aficionados.
La historia de los torneos está escrita por las hazañas de Nemesio, Moya, Medina y en el último año, Diego Sandino. Por instantes imperecederos como la racha de Roa, con momentos gloriosos, derrotas inesperadas y episodios salpicados de intenso drama.
Y por supuesto, por gestos que llevan al culmen la excitación del fanático, como el de Marvin Benard hace dos años, cuando llevó la liga a otro nivel con su juego. El nica rescató y reanimó un evento disipado que reservaba su atracción para los play offs.
¿Un big leaguer en esta liga?.. Debía ser una locura. Así pensábamos hasta que Benard se enfundó en el uniforme del Bóer y comenzó proyectar su calidad por todos lados, al tiempo que se mantenía en forma para entrar luego al spring training en Arizona.
Después vimos a Vicente Padilla, quien abandonó el competitivo circuito dominicano para reinstalarse en Chinandega, desde donde saltó al Norte y estableció claramente la diferencia entre su nivel y el resto de carabineros de nuestro torneo nacional.
Cuando Benard habló de su interés de jugar aquí y solicitó se lo ayudara para cumplir lo que llamó “un sueño en su vida”, se establecieron los contactos, pero después sentí ciertos temores: ¿y si se lesiona?.. ¿y si le juegan con mala intención?
“Para lesionarme, me puedo lesionar en mi casa jugando con mi hijo. No hay problema yo quiero jugar y lo haré”, dijo Marvin con esa determinación que ya le conocemos. Al final, todos agradecimos su presencia y disfrutamos del espectáculo que ofreció.
Y luego el turno fue para Padilla… ¡Qué loco!.. ¿Cómo se le ocurre venir a esta liga que no lo ayudará en nada?, dijimos. Pero mientras disfrutamos de sus demostraciones soberbias, vimos como reconstruía la confianza alterada tras su subida a las Mayores.
Eso mismo puede ocurrir ahora con el propio Vicente y con Oswaldo Mairena, quien ha expresado su interés en volver a trabajar aquí… Padilla atraviesa un momento muy difícil. De nuevo su confianza está quebrada y junto a los suyos, podría mejorar.
“El manager Terry Francona cree que junto a mi familia, puedo reaccionar. Además, la liga de allá (la de aquí) no es fácil y para rendir tengo que estar en forma, lo que me sirve para cuando vuelva para el entrenamiento de primavera”, explica Padilla.
Lo mismo sucede con Mairena, quien quedó en deuda con el Chinandega en el pasado torneo. Trabajar aquí les permite estar cerca de sus familiares y de paso están expuesto al ojo crítico de aficionados y periodistas por si asumen actitudes inadecuadas.
A la vez, reaniman el torneo, atraen a los fanáticos y preservan su condición física. De modo, que con Padilla y Mairena aquí, el torneo adquiere otra dimensión.