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Desarrollan vacuna en tomates y bananos

Tomado del Boletín de Promesa Científicos norteamericanos concluyeron probablemente con uno de sus más grandes sueños, crearon plantas de tomate y banano genéticamente modificados, capaces de desarrollar por sí mismas la vacuna contra la “hepatitis B” dentro de cada fruta, reveló en Londres su creador Charles Arntzen. El virus, que provoca fiebre alta y ataca […]

Tomado del Boletín de Promesa

Científicos norteamericanos concluyeron probablemente con uno de sus más grandes sueños, crearon plantas de tomate y banano genéticamente modificados, capaces de desarrollar por sí mismas la vacuna contra la “hepatitis B” dentro de cada fruta, reveló en Londres su creador Charles Arntzen.

El virus, que provoca fiebre alta y ataca al hígado, es un precursor del cáncer del hígado, el mayor causante de muertes por cáncer en el mundo. Este nuevo desarrollo podrá salvar centenares de miles de vidas al año.

El esfuerzo por producir una vacuna barata, estable, contenida en una planta genéticamente modificada, se convirtió en el más ansiado anhelo de la biología en los años 90, y es considerado por la industria de la biotecnología de los Estados Unidos como su mejor carta de relaciones públicas.

Las vacunas de la planta serán un negocio de mil millones de dólares, pero con un costo menor de un centavo de dólar por cada dosis, dijo el profesor Arntzen, quien encabeza uno de los mejores equipos de científicos del mundo, en la Universidad de Cornell en el Estado de Nueva York.

LA VACUNA EN UN SANDWICH

Un solo gen transferido a una planta de tomate o de plátano es capaz de reproducirse como una proteína miles de veces dentro de la fruta. Cuando la fruta es digerida y pasa al intestino, penetra en la circulación sanguínea produciendo anticuerpos contra la hepatitis B. Es decir, trabaja de la misma manera que una costosa vacuna tradicional inyectada.

Un pedazo de banano seco o la pasta de tomate en un pequeño sándwich, contiene bastante proteína para actuar como cada dosis de vacuna.

NUEVOS ENSAYOS

– Tres ensayos clínicos posteriores realizados en voluntarios humanos produjeron los mismos resultados, pero no continuó trabajando en papas cocidas porque los anticuerpos que producían las proteínas eran demasiado inestables.

– Cuando la tecnología fue utilizada contra la hepatitis B usando tomates, las proteínas eran de nuevo estables, permitiendo que la vacuna trabajase incluso en tomates procesados o secados.

– Treinta plantas originales produciendo 15 libras de tomates a la semana, son suficientes para producir millares de dosis de vacuna eficaz, a un costo de un centavo de dólar por cuatro dosis.

– La vacuna aún no ha sido liberada porque el Ministerio de Agricultura de los Estados Unidos no tenía ningún mecanismo para otorgar licencias a las vacunas producidas por la misma planta. “Están trabajando en ello y esperan tener una respuesta dentro de dos años”, dijo el profesor Arntzen.

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