Desde hace tres años, todos los jueves de cada semana, doña Rosario Blanco desde que se abre la Iglesia de La Paz Centro, hasta que cierra sus puertas, permanece frente al sagrario, donde se encuentra la imagen de Jesús Sacramentado a quien cuida y protege.
Doña Rosario tiene 85 años y asegura que las guardas de Jesús Sacramentado son 25 personas, y revela que desde hace tiempo ella viene a cumplir el compromiso asumido por fe y vocación cristiana. Su misión consiste en permanecer todo el día en la Iglesia, donde visita la pequeña cajita en que se encuentra la venerada imagen de Cristo, a la cual saluda y reza oraciones.
Vestida con su impecable vestido blanco y chalina del mismo color, que según la tradición indica pureza, al final de la misa es común ver su baja estatura y tez cruzada por las infinitas arrugas que deja el tiempo, pasando de candelabro en candelabro, para arrancar con sus diminutas y delgadas manos, la aún caliente esperma derretida de las candelas consumidas, la cual va echando en una bolsa para luego llevarla a entregar a una señora que la recicla para hacer nuevas candelas y volverlas a vender, acción por la cual ella se gana “un bocado” o algunos “centavitos”.
De mirada dulce y lento andar, doña Rosario no escatima esfuerzos por cumplir su compromiso todos los jueves de todas las semanas del año, a pesar que vive lejos, en uno de los barrios de la periferia del pueblo, hasta donde muchas veces tiene que caminar en medio de la oscuridad, pero aún así, ella dice que seguirá siendo fiel a su creencia religiosa hasta el último día de su vida.