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Las manos prodigiosas de doña María Eugenia Meza transforman el barro en auténticas piezas de arte, que tanta fama le han dado a La Paz Centro.

La Paz Centro:El pueblo del barro y el quesillo

Las fiestas patronales son una forma de expresión de la cultura propia de cada lugar, las cuales se caracterizan por un alto contenido religioso, pero a la vez se conjuga con una amplia variedad de actividades paganas, entre corridas de toros, juegos de gallos, carreras de cintas, etc. En La Paz Centro, Municipio del Departamento […]

  • Las fiestas patronales son una forma de expresión de la cultura propia de cada lugar, las cuales se caracterizan por un alto contenido religioso, pero a la vez se conjuga con una amplia variedad de actividades paganas, entre corridas de toros, juegos de gallos, carreras de cintas, etc. En La Paz Centro, Municipio del Departamento de León, concluyen hoy las fiestas en honor a su patrono, San Nicolás de Tolentino.

Orlando Valenzuela yJosanda Guerrero

Los “fiesteros” son los que hacen las fiestas patronales “a todo dar” en La Paz Centro, ese pintoresco pueblo de artesanos que hace maravillas del barro, la palma y que sabe a la exquisitez de los quesillos, el tiste, el queso tostado y las roquillas con el aromático café.

Las festividades patronales, en honor a San Nicolás de Tolentino son además de un acontecimiento religioso una muestra de las costumbres autóctonas del nicaragüense, expresado en las corridas de toros, los personajes que se destacan por un quehacer que les distingue, en los chinamos, los juegos mecánicos, las alboradas, y hasta la música de cabanga de los años 50.

Por lo general, los “fiesteros” siempre llegan antes que empiecen las fiestas patronales, levantan sus chinamos en los alrededores del parque central, mientras otros instalan sus negocios de comida y juegos de azar en toda la circunferencia exterior de las barreras de toros o de los diferentes juegos que le dan ese ambiente de alegría a las fiestas de los pueblos.

Ellos son como gitanos dentro de su mismo país, pues siempre están emigrando en busca de nuevas plazas donde instalarse justamente por los días que dura la festividad. Su olfato de “fiesteros” los hace los más fieles seguidores del santoral, ya que del mismo se dan cuenta en qué lugar del territorio nacional festejan a tal o cual patrono religioso.

Son los eternos precaristas relámpago, ya que así como llegan se van de la noche a la mañana.

Henry Saballos es nuevo en el mundo de las fiestas patronales, tiene 22 años y hace pocos meses empezó a viajar de pueblo en pueblo en busca de las fiestas, donde se instala con la pequeña ruleta que le da a trabajar un empresario de juegos de azar que también anda con otros juegos similares.

Saballos vive en el barrio capitalino “Jorge Dimitrov” y aunque no acostumbra viajar con su esposa, esta vez ambos están juntos en la misma plaza de La Paz Centro, donde él tienta la suerte para ganarle unos cuantos pesos a los incautos que depositan sus esperanzas en los números y colores de la ruleta, mientras ella, con su mesita portátil, ubicada sobre la acera del parque, vende cigarros y caramelos para ayudar a la economía familiar.

Henry es optimista y aunque el día parezca que va a ser malo, siempre confía en que la gente al final se dejará seducir por la curiosidad o la codicia: “después de misa es que la gente se monta en los caballitos o juega unos cuantos pesos en los juegos de azar”, dice convencido.

Hace apenas dos semanas estuvieron en una feria que se realizó en León, sin embargo, aunque ya esta fiesta está por terminar, aún no saben a dónde irán la próxima semana, pero de lo único que sí están seguros es que será a otra fiesta patronal en algún lugar de Nicaragua.

Henry, al igual que todos los demás “fiesteros”, ya está acostumbrado a dormir en las mesas y los chinamos, así como también a aguantar el frío de las noches y los polvasales que se levantan en algunos pueblos olvidados por el progreso, pero aún así, prefiere estos inconvenientes que pasar a integrarse al poderoso ejército de desempleados.

Un poco de historia

* Don Julián N. Guerrero, en su “Diccionario Nicaragüense, Geográfico e Histórico” señala que, según viejas tradiciones, el actual pueblo de La Paz Centro tiene su origen a partir de la erupción del volcán Momotombo en 1610, fecha en que muchos ladinos, españoles e indígenas, se trasladaron de las faldas de aquel coloso, a las inmediaciones del “Hato de las Palmas” cuyos planteles principales ocupaban el asiento urbano de lo que hoy es más conocido como el pueblo del barro y el quesillo: La Paz Centro.

* Este pueblo de artesanos y agricultores, a través de la historia ha tenido diferentes nombres, en un principio se llamó San Nicolás de Tolentino, luego se llamó San Nicolás de Naboríos o Naborías, después tomó el nombre de Pueblo Nuevo y por último, el actual, que es oficialmente el de Villa de La Paz, que recibió en el año 1869 con motivo de haberse firmado el Tratado de Paz que puso fin a la guerra civil de aquella época, entre el Presidente de la República, General Fernando Guzmán y el Licenciado Francisco Zamora, siendo garante de sus términos, el entonces Ministro de los Estados Unidos de América, señor Carlos N. Riotte.

* En vista que el nombre de La Paz también existe en el Departamento de Carazo, la población para diferenciarlo le agregó al nombre legal el aditivo de “Centro” a este poblado del Municipio de León.

Doña María Eugenia juega y sueña con la “masa” de barro

Pareciera que en vez de sangre corre barro por las venas de doña María Eugenia Meza Silva, ya que ella es continuadora de una vieja tradición que aprendió de su ingeniosa madre, en su humilde vivienda del Barrio “Elías Téllez”, juega y hasta sueña con la masa de barro que utiliza para hacer las bellísimas piezas de cerámica decorativa que tanta fama le han dado a su pueblo natal.

Doña María Eugenia tiene 52 años y de sus cinco hijos, cuatro siguieron sus pasos en el arte de transformar el barro en auténticas obras de arte popular, pues mientras que uno hace bonitas y coloridas casitas, otro hace réplicas de iglesias y nacimientos, mientras tanto la hija menor le da el acabado final a las diminutas piezas, pintándolas con acrílicas de intensos colores.

En esta casa de artesanos no hay día del mundo que el patio no esté lleno de muñecas, jarrones, pequeños pajaritos para móviles, casas de diferentes estilos y las más variadas piezas de barro hechas a mano y a pura imaginación.

De esta misma forma, más de 200 artesanos del barro con sus pequeños talleres familiares diseminados en todos los barrios de La Paz Centro, diariamente desarrollan este arte milenario que no sólo les permite mantenerse económicamente, sino que también conservar una tradición artística de nuestros antepasados que hoy en día es muy apreciada por los turistas.

Las miniaturas “gordas”, una atracción

Por eso doña María Eugenia no se conformó con hacer ollas y comales para uso doméstico, pues estas piezas además de ser poco rentables, requieren de mayor cantidad de material y más esfuerzo físico para realizarlas, por lo que ella decidió incursionar en el arte de las miniaturas y las gordas figuras que han tenido gran aceptación tanto por los turistas extranjeros como por los nacionales.

Pero su menú de piezas no se queda allí, pues con la misma destreza con que elabora una muñeca así también fabrica maceteras, fruteras, jarrones, nacimientos, ángeles, indias, diminutos peces, loras, pájaros, gordas de todos los tamaños, así como cualquier fachada de iglesia, la cual puede hacerla con sólo una foto de muestra.

Por el excelente acabado de las piezas que elabora, doña María Eugenia se ha hecho merecedora de diferentes premios que ha obtenido en exposiciones y certámenes en que ha participado, por eso ella no se preocupa que cada día surjan más artesanos, al contrario, ella misma les enseñó a unos 20 jóvenes los secretos de moldear el barro y ahora varios de ellos son excelentes y ya tienen una fuente de trabajo permanente.

Y aunque parezca mentira, esta gran artesana dice que fue hasta la edad de 30 años que empezó a trabajar el barro, al ver que su mamá hacía con facilidad diferentes piezas de barro rojo y blanco; paradójicamente, ahora es ella la que le enseña a su mamá los nuevos estilos de figuras surgidas de su aprendizaje con expertos mexicanos, alemanes y artesanos nacionales pero con adaptaciones propias de su creativa imaginación.  

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