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Monseñor Amado Peña:El cura de los presos

“Después de siete años la cárcel ya no es reeducativa. Mejor ponele la silla eléctrica a ese pobre hombre. ¿Qué va a hacer este individuo si lo dejás 10 años? Va a volver a matar, a robar o matarse él. Porque ya el mundo es otro”, afirma el Padre Amado Peña, quien una vez probó […]

  • “Después de siete años la cárcel ya no es reeducativa. Mejor ponele la silla eléctrica a ese pobre hombre. ¿Qué va a hacer este individuo si lo dejás 10 años? Va a volver a matar, a robar o matarse él. Porque ya el mundo es otro”, afirma el Padre Amado Peña, quien una vez probó lo que es estar sin libertad cuando el Estado sandinista lo acusó de contrarrevolucionario.

Fabián Medina [email protected]

Monseñor Amado Peña se hizo nacionalmente famoso por la Seguridad del Estado. En octubre de 1984, el órgano de inteligencia sandinista develó lo que sería un plan contrarrevolucionario que supuestamente implicaba al Padre Amado Peña. En su contra se presentaron videos donde el sacerdote aparecía conspirando. También se presentaron armas, explosivos y emblemas de la Contra hallados en poder del sacerdote. ¿Cuánto fue verdad y cuánto mentira? Tal vez nunca lo sabremos con certeza, pero el Padre Peña, asegura, hoy libre de cualquier peligro, que nunca tuvo relación con la contrarrevolución, y que todo fue una trama sandinista contra la Iglesia. Esa vez le dieron Seminario por cárcel.

Y aunque nunca estuvo en una cárcel real, esa experiencia valió mucho para que en 1990, una vez derrotado el Frente Sandinista, el Cardenal Miguel Obando y Bravo lo nombrara Vicario Episcopal de Cárceles.

“Durante la década sandinista los sacerdotes católicos no podíamos entrar en las cárceles. Sólo los evangélicos, y había que aprovechar esa oportunidad que se nos abría”, dice Peña, aunque reconoce que “de entrada” el trabajo le pareció ingrato, principalmente porque le correspondía trabajar con militares sandinistas.

Y qué cosas: hoy sus principales aliados en la solicitud de indultos y atención a reos, son aquellos viejos militares sandinistas del Sistema Penitenciario, el diputado sandinista Nelson Artola y el magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Marvin Aguilar.

De carcajada fácil, el Padre Amado Peña se enfurece también con facilidad cuando, como él dice, le “corrompen la vida”. Severo cuando le toca hablar de los presos, a carcajadas cuando recuerda lo que él llama “mi problemita” con los sandinistas.

-¿Cómo fue el problema que usted tuvo con los sandinistas?

“Ja, ja, ja, ja… Fue en el 84 más o menos Ja, ja, ja…”

-¿Qué fue lo que pasó ahí?

“Había una Seguridad (del Estado), o una inseguridad más bien. Nos pusieron un individuo dentro de la parroquia a ayudar y ahí vino el problema. El individuo trajo una su maleta con armas y con banderas de la Contra y todo. Y como éramos amigos pues me invitó a que fuéramos a visitar un enfermo. Me dijo que si le podía pasar esa maleta que la iban a llevar a León, y yo pues, sí, y la agarré (se ríe)… Y en lo que voy saliendo me salen todos los periodistas. Ja, ja, ja, ja…”

-Usted apareció en un video oculto en el que está hablando…

“Es que hubo tanto montaje y tanta mentira…”

-En ese video aparecía planificando una actividad contrarrevolucionaria.

“Si hubiera sido eso verdad no me dejan con vida… Ja, ja, ja, ja… Hasta ese momento yo me di cuenta que mandaba en toda esa zona. Eso fue lo que me abrió los ojos, que ahí se hacía lo que yo decía”.

-¿Entonces cómo explica todo lo que pasó?

“Cuando yo llegué a la (Colonia) 14 (de Septiembre), a la misa llegaban siete personas, a los dos meses yo tenía más de 300 personas en mi misa. La otra parte fue el mercado que está ahí, frente al panteón del Maestro Gabriel… Nunca pudieron los sandinistas entrar ahí. Lo tuvieron que cerrar porque ahí todos los jueves llegaba con una procesión de Santísimo, de buena voluntad, te digo, para que esta gente viviera su fe. Esa gente nunca la convirtieron en sandinista. Esas eran las acusaciones que me hicieron”.

-¿Pero usted sí era antisandinista?

“Cuando nadie era sandinista este imbécil (se señala) era sandinista. Mis parroquias eran las que rodeaba la Guardia. En mi parroquia era que iban a predicar y yo estaba presente para que nadie entrara. Mi parroquia fue la elegida por los sandinistas para tomarse Managua, porque era la más ideologizada”.

-Entonces por qué no creer que con esa misma actitud que apoyó a los sandinistas haya usted apoyado a la Contra?

“Nunca, nunca, nunca… Ya después de esa experiencia con los sandinistas quedé quemado con leche. Me salí del sandinismo apenas entraron, cuando me quisieron cambiar la CDC (Comité de Defensa Cívicos) que tenía por los CDS (Comité de Defensa Sandinista). Yo a la fuerza nada. De mi parte me entrego, pero a la fuerza nada, creémelo, soy masaya, y los masayas tenemos ese carácter que de corazón nos damos, por interés o por otro, no nos hacen dar un paso”.

-Sólo en el seminario estuvo preso, nunca llegó a las cárceles.

“Gracias a Dios no. Es que esto era político, contra la Iglesia. Ellos sabían que no había nada”.

-¿Usted es ahora Vicario Episcopal de Cárceles?

“Sí. Un día me mandó a llamar el Cardenal y me dijo que había esta posibilidad de entrar a las cárceles y quería que le ayudara en este trabajo. Pues, cuando el jefe habla, aunque no nos guste…”

-¿Y este trabajo no le gusta?

“Si en ese tiempo me han dado una lista de trabajos, no lo hubiera escogido ni de último. Je, je, je. Porque eran dos cosas las que estaban ahí: primero militares. ¡Estar con militares! Y después estar en cárceles. Pero después que empecé a estar ahí, me enamoré del trabajo”.

-¿Por qué cree que lo escogió el Cardenal Obando a usted y no a otro?

“Es el Espíritu Santo. El Señor me preparó para eso. El Señor me enseñó lo que era estar sin libertad. Yo tenía 30 manzanas para moverme pero eso no era libertad”.

-¿Cómo lo recibieron los militares, que venían del sandinismo?

“Cuando me reuní con ellos a los seis meses para ver cómo era el trabajo, cómo se sentían ellos, yo con sinceridad se los dije: cuando a mí me mandaron aquí yo dije al Cardenal: ¿Cómo se le ocurre que voy a trabajar con esos guardias? Ellos me dijeron lo mismo: ¿Cómo es que el comandante Obando manda a trabajar aquí a Peña que es contra? Pero casi desde el comienzo, te digo, con los altos mandos de ahí (hubo) una amistad, una hermandad, que aunque no comulguemos con la misma ideología, pero sí como persona hemos trabajo unidos y hemos hecho de estas cárceles las mejores cárceles de toda Latinoamérica”.

-Usted se encuentra ahí con asesinos…

“No, no… Eso es lo otro que debemos cambiar. Nos encontramos con seres humanos. Con seres como vos que tienen pecados, que caen pero también que quieren ser felices, quieren ser mejores, quieren componer su vida, que lloran su mal”.

-¿Este trabajo le habrá dejado algunos enemigos?

“Absolutamente no. Los que me puedo echar encima son los jueces y abogados, porque cuando le corrompen la vida uno dice tantas cosas, tantas verdades, que para uno son verdades”.

-A usted se le critica por la promoción que hace de indultos a personas que la sociedad considera peligrosos.

“¿Quién es la sociedad? Son unos poquitos con intereses algunas veces que te reclaman algo. O tal vez los peores de nosotros somos los que reclamamos, como para defendernos internamente de los pecados que tenemos. Ahorita aquí hay tanto problema en nuestro país y ustedes (medios de comunicación) se están dedicando a ver los problemas de la cárcel, de los pobres hombres que no pueden defenderse ni nada. Y el robo inmenso que se está dando de estos individuos ustedes ni los sacan. Aquí hay montones de gente que ha matado a mansalva y ustedes lo callan, y a otro pobre ustedes me lo están hundiendo, y no dándole ni respiro ni nada”.

“Piensen en esto por favorcito. Hay otras cosas más importantes en Nicaragua, y ver cómo se le ayuda a estos individuos que merecen ser ayudados. La cárcel es de los miserables. Y ustedes están contra esos pobres desgraciados que no pueden defenderse, pero cuando hay un rico ahí se callan”.

“El trabajo ahí me ha dado otra conciencia ahí. Nosotros podemos pedir indultos, tenemos derecho, pero nosotros no sacamos a nadie, tienen que pasar por todo un coladero: primero de los derechos humanos ahí, de los diputados. ¡Hay tantos casos de injusticia ahí! Acusan a un viejo de 75 años de violación… ¿Con qué? Con un palo la hincaría porque hasta el dedo le tiembla al pobre viejo… A esos pobres viejos por quitarles su casita los acusan de violación, les quitan la casita y ya los meten en la cárcel. Ahorita hay unos ahí que tienen siete años de estar en la cárcel y va la chiquita al juzgado y dice después de siete años, ‘ese mi padre no me violó nada, mi madre me exigió chiquita que dijera que me había violado’. ¡Y no lo podemos sacar! Ahí lo metimos a este pobre hombre en los indultos. Por robarse un gallo un individuo pasó 10 meses preso. ¡Casos inauditos de injusticia! ¡10 meses! Hasta los diez meses le hicieron jurado y lo sacaron libre”.

-¿Hay personas sin embargo que nunca deberían salir de la cárcel?

“Jamás tampoco, cuando cumpla su condena”.

-Me refería indultado…

“Es que si vos llegás a cumplir tantos años la ley te dice que podés (ser indultado). Después de siete años, ahí ya no es reeducativa la cárcel. Mejor ponele la silla eléctrica a ese pobre hombre. ¿Qué va a hacer este individuo si lo dejas 10 años? Su mundo ya pasó. Va a volver a matar a robar o matarse él. Porque ya el mundo es otro”.

-Con el Cardenal Obando entiendo que es muy amigo.

“Es un padre para nosotros. Trabajamos muy unidos. En mi problema te digo él fue un hombre que estuvo a la orilla de ese teléfono todo el tiempo”.

-¿Le ha llamado la atención alguna vez por la forma en que usted trabaja en las cárceles?

“No, al contrario. Tiene confianza, si no es de ahorita que estamos trabajando. Esto no sólo es del Cardenal Obando, es de la Iglesia, el Papa está pidiendo que tengamos un corazón nuevo en el jubileo. Los judíos sacaron a todos los presos en su jubileo. Nosotros hemos pedido, y el Papa ha pedido que por favorcito volvamos a tener esa experiencia grande, y que a los que no podamos sacarlos que les disminuyamos las penas para que pronto salgan y puedan integrarse”.

Indultos

* Ayer, Día del Reo, estaba previsto el anuncio de indultos a quienes salieran beneficiados de una lista de más de mil quinientos reos, que cumplen condena en el Sistema Penitenciario Nacional (SPN) del país, y que era revisada por una comisión de la Asamblea Nacional.

* Aunque todavía no se descartan los perdones, el proyecto sufrió retrasos en su aprobación por la oposición que manifestaron varias organizaciones de derechos humanos.

* Entre los requisitos para recibir el perdón de condena están haber cumplido el cincuenta por ciento de su condena, que sean enfermos crónicos y tengan una conducta ejemplar en los penales.

“He sido feliz como sacerdote”

Amado Peña nació hace 61 años en un pueblecito de Masaya, llamado Los Altos. Su padre fue un mandador de hacienda.

“Eramos gente de hacienda”, dice. “La mitad de Los Altos era del abuelo Rojas y la otra mitad del abuelo Peña. Se casaron las dos familias. Nosotros siempre trabajamos sobre todo en las vacaciones. Nos reuníamos 25 nietos en la hacienda. Desde que llegábamos el abuelo nos daba un caballo y una vaca que era de la que debíamos tomar leche todas las mañanas”.

Dice que nunca quiso ser otra cosa que sacerdote, vocación que nació muy temprano, a los 11 años, cuando se fue al Seminario Salesiano de San Salvador, El Salvador.

Una vez de regreso a Nicaragua, estaba Peña de Diácono en Granada cuando el entonces Monseñor Obando se hizo cargo del Arzobispado de Managua. “Él es salesiano, me había conocido desde chiquito, en el aspirantado y me dijo si quería trabajar con él. Y bueno, si era mi amigazo. Él me ordenó, aquí en 1972. Fui el último ordenado en la Catedral”.

La primera parroquia que le encargaron fue la de Santa Faz, en el hoy llamado barrio Costa Rica. “Ahí estaba un sacerdote muy querido: el Padre Arias Caldera. Cuando llegué estuve como tres horas afuera porque no me querían dejar entrar. No querían que se fuera el Padre Arias Caldera”.

Agrega que ese día Arias Caldera fue profeta cuando dijo: “A este joven no me lo quieren dejar entrar, pero estoy seguro que en un mes, dos meses ya me olvidaron”.

Y fue profeta, dice, porque los primeros meses toda la feligresía iba a la misa de Catedral, donde enviaron como párroco al Padre Arias Caldera, pero después la Iglesia de Santa Faz volvió a llenarse.

“Fue mi primera experiencia linda de sacerdote. Nos quisimos mucho, logramos integrarnos. Como había pocos sacerdotes me dieron también Bello Horizonte para que la atendiera. Estando así el Padre de la (Colonia) 14 (de septiembre) se casó y entonces me mandaron a sustituirlo. Yo tenía tres parroquias. ¡Fijate lo que era celebrar 3 misas aquí, 3 misas allá y dos misas en la otra parroquia!

-A propósito del padre que se casó, usted en su vida sacerdotal no tuvo alguna crisis que le haya hecho pensar en dejar la sotana, alguna mujer…

“Es que fijate una cosa: yo soy feliz como cura. Tal vez tentaciones, vos sabés, somos humanos, pero ¿querer cambiar mi vida sacerdotal?”

-¿Y qué hace un cura cuando tiene una tentación como esas que dice usted vivió?

“Gracias al Señor, algunas veces se podrá caer en pensamiento, porque uno es humano, pero eso no implica que vaya a querer cambiar su vida. Son tentaciones o pecados de los que después uno se levanta y sigue adelante a través de la vida. Te lo digo con sinceridad: yo me he sentido feliz como sacerdote”.  

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