Tito Rondó[email protected]
Llegó la época del año más complicada y apasionante para los que siguen las Grandes Ligas, los playoffs, o como se dice ahora, la postemporada.
Antes, al final de la campaña venía una sola cosa, la Serie Mundial, el “Clásico de Otoño”, que solía querer decir que jugaban los Yanquis de Nueva York contra los campeones de la Liga Nacional. Generalmente ganaban los neoyorquinos.
Sólo contra los Dodgers de Brooklyn, el peor caso, ganaron en 1941, 1947, 1949, 1952, 1953 y 1956, perdiendo solamente en 1955. Para que se den una idea las nuevas generaciones.
Eventualmente las Grandes Ligas crecieron, a diez equipos cada una, pero la Serie Mundial siguió como siempre. Hasta 1969.
El béisbol no resistió la tentación de seguir el ejemplo del fútbol americano, el baloncesto y el hockey sobre hielo, y decidieron tener playoffs. Después de todo, el aumento de interés que genera una serie particular donde el que pierde sale lleva a recibir más dinero por boletos, y más aún por derechos de transmisión.
La excusa fue el aumento a doce equipos en cada liga, con lo que cada circuito se dividió en dos divisiones de seis clubes cada una. Pero sintieron vergüenza, y esos playoffs los hicieron cortitos, a quien ganara tres de posibles cinco juegos. Eran terriblemente dramáticos, un tropiezo y quedabas fuera.
Así que los aumentaron a quien ganara cuatro de posibles siete partidos. Entraron más “reales”.
Cuando nacieron los Marlins y los Rockies, qué más quisimos. Tres divisiones en cada liga, equipos comodines para completar cuatro por circuito, tres rondas de play offs: las llamadas series divisionales (a tres de posibles cinco), las series de campeonato, y la Serie Mundial.
Así que durante unos cuatro días trataremos de escuchar o ver tres o cuatro partidos al día. Después, dos. Hasta que lleguemos a la Serie Mundial.
Cuando, como dijo alguien, “no esperaremos solamente un Clásico de Otoño, sino también un otoño clásico”. Amén…
w LA PULPERIA
Dice Dave Kindred que entrenar hasta llegar al extremo de la paranoia y del agotamiento para ganar los Juegos Olímpicos le dan al atleta fama y dinero. Por ejemplo, “los famosos zapatos del velocista Michael Johnson en Atlanta brillaban por su pintura dorada; en Sydney, por su pintura de oro de verdad”.
Chepe Nacho Castellón informa (escuchado en la 800) que el Estelí firmó al joven lanzador Roger Marín (de la UNI en el Beis Especial), al “Torito” Noel Rojas y a Carlos Berríos, a cambio de tres novatos categoría “C”, y que a mediados del mes les llegan dos agentes libres doble A, uno de los cuales dio 19 jonrones este año. Entre ellos, Julio César Ráudez, Wilfredo Amador, Luis Felipe Bermúdez, Jefferson McCoy y Ernie Sinclair el Estelí va a tener uno de los equipos más interesantes este año.